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La variación lingüística es el conjunto de diferentes formas alternativas para expresar un mismo significado en el dominio de una lengua. Es decir, distintos hablantes, o incluso el mismo hablante en distintos momentos, usan formas diferentes para expresar el mismo concepto, o tienen distintas pronunciaciones para la misma palabra.
Existen distintos tipos de variación lingüística: según área geográfica, según registro o estilo, según la clase social, etc., pero la idea subyacente es que todos estos tipos de variación no son independientes sino que están muy relacionados entre sí.
Debido a que las lenguas del mundo están sometidas al cambio lingüístico, en el dominio de una lengua existen variaciones que difieren de un lugar a otro. Frecuentemente debido al hecho que las formas que usan los hablantes están sometidas a ajustes comunicativos, las variantes usadas por los hablantes que tienen contactos frecuentes tienden a ser las mismas. Debido a que la mayoría de personas tienen un contacto más estrecho con las personas de su propia ciudad o localidad, las variaciones tienden a ser más uniformes en áreas cuyos habitantes mantienen contactos regulares entre sí.
Este factor es el origen de la variación geográfica. Al ser menos frecuentes los contactos entre hablantes de regiones distantes, el proceso de reajuste entre esas regiones es menor y las hablas tienden a diferir entre sí al adoptar variaciones ligeramente diferentes en cada región. Una variante geográfica con rasgos más o menos homogéneos se conoce como geolecto. Tradicionalmente los geolectos habían sido el principal objeto de estudio de la dialectología.
De la misma manera que los hablantes pertenecientes a regiones geográficas lejanas tienen menos contacto lingüístico que los hablantes de una misma área geográfica, es un hecho bien establecido que dentro de un área geográfica las personas reajustan más su habla con personas de su mismo grupo social. Esto da lugar a variantes diastráticas o sociolectos que hacen que los hablantes con características socioeconómicas u ocupacionales similares tengan características de habla que las diferencian sistemáticamente o estadísticamente de otros grupos.
Los sociolectos han sido un campo de estudio preferente de la sociolingüística que trata de ver cómo las relaciones sociales se reflejan en los hechos lingüísticos. Los sociolectos se caracterizan por un conjunto de rasgos del habla de un determinado grupo social que son más estables, se diferencian de otras variaciones de tipo social como los códigos elaborados y restringidos, cuya aparición está más influida por el contexto o la situación que por la pertenencia al grupo social del individuo. Sin embargo, es un hecho conocido que las características de ciertos códigos restringidos especialmente prestigiosos, pueden llegar a ser adoptados como características propias del sociolecto de los hablantes más ligados a dicho contexto.
El habla de la mayoría de hablantes no es uniforme en todos los contextos. Así, en situaciones o registros lingüísticos más formales, como el registro escrito, el hablante puede optar por usar ciertas estructuras o formas léxicas sobre otras. Las variedades diafásicas se refieren a los usos lingüísticos exigidos por cada situación, en la que el hablante, o bien mide el alcance de sus palabras, como en una entrevista, un discurso, una conferencia..., o bien hace un uso relajado y espontáneo del lenguaje, como ocurre al hablar con la familia o con los amigos. Las situaciones del primer grupo pertenecerían a un registro formal, mientras que las del segundo pertenecerían a un registro informal o coloquial. Los límites entre ambos registros no son tajantes, por lo que se puede hablar de situaciones intermedias. La variedad diafásica está condicionada por cuatro factores: el oyente y el hablante, el marco en el que se produce la intercomunicación y el tema del que se habla.
Una lengua estándar, estándar lingüístico o variedad estándar (concepto que no debe ser confundido con los de norma lingüística, lengua escrita o lengua literaria) es una variedad ampliamente difundida, y en general entendida por todos los hablantes de la lengua, frecuentemente es la forma usada en la educación formal y la más usada ampliamente por los medios de comunicación. En muchos casos, aunque no siempre, la forma estándar puede ser una lengua planificada a partir del diasistema de una lengua, con el objeto de obtener un modelo de lengua unitario para la enseñanza, los usos oficiales y los usos escritos y formales, que a su vez permita cohesionar política y socialmente el territorio donde es oficial.
El proceso de estandarización está incluido en la parte de la política lingüística relativa a la modelación formal de una lengua, a la adscripción de un estatus jurídico y administrativo, y al fomento de su adquisición, conocido en sociolingüística como planificación lingüística.
El proceso de estandarización requiere seleccionar ciertos rasgos del diasistema que se quiere estandarizar, según la aplicación de criterios restrictivos de criba. También se requiere la formalización y consensuación de ciertas formas que puedan ser usadas como convención que marca los límites de lo que se considera y lo que no se consideran formas de la variedad estándar. Algunas características no excluyentes que suelen identificar a una variedad estándar son:
Cuando el estándar es lengua oficial de enseñanza, puede existir una reglamentación política de tipo coercitivo, que obligue a aplicarlo en exclusiva en el terreno educativo. Por ejemplo, la ley Moyano de Instrucción Pública, promulgada en 1857, en su artículo 88, establecía que «La Gramática y Ortografía de la Academia Española serán texto obligatorio y único para estas materias en la enseñanza pública [en España]».
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La variación lingüística es el conjunto de diferentes formas alternativas para expresar un mismo significado en el dominio de una lengua. Es decir, distintos hablantes, o incluso el mismo hablante en distintos momentos, usan formas diferentes para expresar el mismo concepto, o tienen distintas pronunciaciones para la misma palabra.
Existen distintos tipos de variación lingüística: según área geográfica, según registro o estilo, según la clase social, etc., pero la idea subyacente es que todos estos tipos de variación no son independientes sino que están muy relacionados entre sí.
Debido a que las lenguas del mundo están sometidas al cambio lingüístico, en el dominio de una lengua existen variaciones que difieren de un lugar a otro. Frecuentemente debido al hecho que las formas que usan los hablantes están sometidas a ajustes comunicativos, las variantes usadas por los hablantes que tienen contactos frecuentes tienden a ser las mismas. Debido a que la mayoría de personas tienen un contacto más estrecho con las personas de su propia ciudad o localidad, las variaciones tienden a ser más uniformes en áreas cuyos habitantes mantienen contactos regulares entre sí.
Este factor es el origen de la variación geográfica. Al ser menos frecuentes los contactos entre hablantes de regiones distantes, el proceso de reajuste entre esas regiones es menor y las hablas tienden a diferir entre sí al adoptar variaciones ligeramente diferentes en cada región. Una variante geográfica con rasgos más o menos homogéneos se conoce como geolecto. Tradicionalmente los geolectos habían sido el principal objeto de estudio de la dialectología.
De la misma manera que los hablantes pertenecientes a regiones geográficas lejanas tienen menos contacto lingüístico que los hablantes de una misma área geográfica, es un hecho bien establecido que dentro de un área geográfica las personas reajustan más su habla con personas de su mismo grupo social. Esto da lugar a variantes diastráticas o sociolectos que hacen que los hablantes con características socioeconómicas u ocupacionales similares tengan características de habla que las diferencian sistemáticamente o estadísticamente de otros grupos.
Los sociolectos han sido un campo de estudio preferente de la sociolingüística que trata de ver cómo las relaciones sociales se reflejan en los hechos lingüísticos. Los sociolectos se caracterizan por un conjunto de rasgos del habla de un determinado grupo social que son más estables, se diferencian de otras variaciones de tipo social como los códigos elaborados y restringidos, cuya aparición está más influida por el contexto o la situación que por la pertenencia al grupo social del individuo. Sin embargo, es un hecho conocido que las características de ciertos códigos restringidos especialmente prestigiosos, pueden llegar a ser adoptados como características propias del sociolecto de los hablantes más ligados a dicho contexto.
El habla de la mayoría de hablantes no es uniforme en todos los contextos. Así, en situaciones o registros lingüísticos más formales, como el registro escrito, el hablante puede optar por usar ciertas estructuras o formas léxicas sobre otras. Las variedades diafásicas se refieren a los usos lingüísticos exigidos por cada situación, en la que el hablante, o bien mide el alcance de sus palabras, como en una entrevista, un discurso, una conferencia..., o bien hace un uso relajado y espontáneo del lenguaje, como ocurre al hablar con la familia o con los amigos. Las situaciones del primer grupo pertenecerían a un registro formal, mientras que las del segundo pertenecerían a un registro informal o coloquial. Los límites entre ambos registros no son tajantes, por lo que se puede hablar de situaciones intermedias. La variedad diafásica está condicionada por cuatro factores: el oyente y el hablante, el marco en el que se produce la intercomunicación y el tema del que se habla.
Una lengua estándar, estándar lingüístico o variedad estándar (concepto que no debe ser confundido con los de norma lingüística, lengua escrita o lengua literaria) es una variedad ampliamente difundida, y en general entendida por todos los hablantes de la lengua, frecuentemente es la forma usada en la educación formal y la más usada ampliamente por los medios de comunicación. En muchos casos, aunque no siempre, la forma estándar puede ser una lengua planificada a partir del diasistema de una lengua, con el objeto de obtener un modelo de lengua unitario para la enseñanza, los usos oficiales y los usos escritos y formales, que a su vez permita cohesionar política y socialmente el territorio donde es oficial.
El proceso de estandarización está incluido en la parte de la política lingüística relativa a la modelación formal de una lengua, a la adscripción de un estatus jurídico y administrativo, y al fomento de su adquisición, conocido en sociolingüística como planificación lingüística.
El proceso de estandarización requiere seleccionar ciertos rasgos del diasistema que se quiere estandarizar, según la aplicación de criterios restrictivos de criba. También se requiere la formalización y consensuación de ciertas formas que puedan ser usadas como convención que marca los límites de lo que se considera y lo que no se consideran formas de la variedad estándar. Algunas características no excluyentes que suelen identificar a una variedad estándar son:
Cuando el estándar es lengua oficial de enseñanza, puede existir una reglamentación política de tipo coercitivo, que obligue a aplicarlo en exclusiva en el terreno educativo. Por ejemplo, la ley Moyano de Instrucción Pública, promulgada en 1857, en su artículo 88, establecía que «La Gramática y Ortografía de la Academia Española serán texto obligatorio y único para estas materias en la enseñanza pública [en España]».
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