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Por arte islámico se conoce el estilo artístico desarrollado en la cultura generada por la religión islámica.
El arte islámico tiene una cierta unidad estilística, debido al desplazamiento de los artistas, comerciantes, mecenas y obreros. El empleo de una escritura común en todo el mundo islámico y el desarrollo de la caligrafía refuerzan esta idea de unidad. Concedieron gran importancia a la geometría y a la decoración, que podía ser de tres tipos:
En arquitectura, crearon edificios con funciones específicas tales como mezquitas y madrazas, siguiendo el mismo patrón básico, aunque con diferentes formas. Prácticamente no hay arte de la escultura pero las realizaciones de objetos de metal, marfil o cerámica alcanzan con frecuencia una alta perfección técnica. Existe también una pintura y una iluminación en los libros sagrados y profanos.
Para designarlo también se aplica incorrectamente el término arte árabe. Este error procede de una utilización inexacta de su significado, puesto que de las dos acepciones del término árabe, una es geográfica, aplicable a los naturales de Arabia, mientras que la otra es lingüística, referida los que hablan la lengua árabe de su cultura. El arte musulmán o arte islámico de la península ibérica recibe la denominación de arte hispanomusulmán.
Poco se sabe sobre la arquitectura antes de la dinastía Omeya. El primero y más importante edificio islámico es, sin duda, la casa del Profeta en Medina. Esta casa, más o menos mítica, fue el primer lugar donde los musulmanes se reunieron para rezar, aunque la religión musulmana cree que la oración se puede hacer en cualquier lugar.
La casa del Profeta tuvo una gran importancia para la arquitectura islámica, puesto que establece el prototipo de la mezquita de diseño árabe, formada por un patio con una sala de oración hipóstila. Este modelo, adaptado a la oración, no nació de la nada, podría estar inspirado por el templo de Husa ( Yemen, siglo II a. C. ) o por la sinagoga Dura Europos ( renovada en el año 245).1 Construida con materiales perecederos (madera y barro), la casa del Profeta no sobrevivió por mucho tiempo, pero está descrita con detalle en las fuentes árabes. Actualmente, la Mezquita del Profeta se eleva en el lugar donde supuestamente se encontraba la casa de Mahoma.
Los primeros objetos islámicos son muy difíciles de distinguir de los objetos de épocas anteriores sasánidas y bizantinas, o ya omeyas. De hecho, el islam nació en efecto, en las zonas donde el arte parece haber sido poco abundante, pero rodeadas de imperios notables por su producción artística. Es por ello que, en los inicios del islam, los artistas islámicos utilizaron las mismas técnicas y los mismos motivos que sus vecinos. Se conoce, especialmente, una abundante producción de cerámica sin brillo, como lo demuestra un célebre tazón que se conserva en el Museo del Louvre, cuya inscripción nos asegura que su fabricación se remonta a la época islámica. El tazón proviene de uno de los pocos lugares arqueológicos que realiza un seguimiento de la transición entre el mundo preislámico y el islam: El de Susa en Irán.5
Entre los Omeyas, la arquitectura religiosa y civil crece con la introducción de nuevos conceptos y diseños. De este modo, el plano árabe, con patio y sala de oración hipóstila, se convierte en un plano-modelo a partir de la construcción, en el lugar más sagrado de la ciudad de Damasco - en el antiguo templo de Júpiter y en el lugar donde estuvo la Basílica de San Juan Bautista - de la Gran Mezquita de los Omeyas. El edificio fue un importante hito para que los constructores (y los historiadores del arte) situaran allí el nacimiento del plano árabe. Sin embargo, recientes trabajos de Myriam Rosen-Ayalon nos sugieren que el plano árabe nació un poco antes, con el primer proyecto que se hizo para construir la Mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén.
La Cúpula de la Roca en Jerusalén es, sin duda, uno de los edificios más importantes de toda la arquitectura islámica, caracterizado por una fuerte influencia bizantina ( mosaicos con fondo de oro, plano centrado que recuerda el del Santo Sepulcro ), pero que ya tiene elementos puramente islámicos, como el gran friso con inscripciones religiosas del Corán. Su modelo no se propagó, y el que Oleg Grabar considera como el primer monumento que fue una gran creación estética del islam, quedó sin posteridad.
Además de la arquitectura, los artesanos trabajaban la cerámica, a menudo no esmaltada, a veces con un vidriado monocromo transparente, verde o amarillo, y también trabajaron el metal. Sigue siendo muy difícil diferenciar estos objetos de los del período pre-islámico, los artesanos reutilizaron elementos occidentales (follaje vegetal, hojas de acanto, etc) y sasánidas.
En la arquitectura como en las artes mobiliarias , los artistas y artesanos omeyas no inventaron nuevas formas o métodos, sino que reutilizaron de manera espontánea las de la Antigüedad tardía mediterránea e iraní y las adaptaron a su diseño artístico, por ejemplo, mediante la sustitución en la gran mezquita de Damasco de los elementos figurativos que tenían los mosaicos bizantinos, por dibujos de árboles y ciudades. En los castillos del desierto se reflejan en particular estos préstamos y adaptaciones. La mezcla de tradición y readaptación de motivos y elementos arquitectónicos, fue creando, poco a poco, un arte típicamente musulmán, palpable sobre todo en la estética de los arabescos, presente a la vez que en los monumentos en los objetos o en las páginas de los Coranes iluminados.
Con el desplazamiento de los centros de poder hacia el este, dos ciudades que serían sucesivamente capitales del califato cobraron gran importancia: Bagdad y Samarra en Irak. La ciudad de Bagdad no ha podido ser excavada porque está cubierta por la ciudad contemporánea. La conocemos por varias fuentes, que la describen como una ciudad circular en cuyo centro se construyeron grandes mezquitas y palacios. Samarra ha sido objeto de varias excavaciones, especialmente de Ernst Herzfeld y más recientemente de Alastair Northedge. Creada por Al-Mutasim, en el año 836, abarca unos treinta kilómetros, y tenía además de muchos palacios, dos grandes mezquitas y varios cuarteles. Abandonada definitivamente a la muerte de Al-Mu'tamid en el año 892 nos ofrece un hito cronológico fiable.
Samarra nos ha proporcionado una gran cantidad de mobiliario, especialmente estuco que servía como decoración arquitectónica y cuyos motivos pueden servir para la datación aproximada de los edificios. El estuco también se encuentra en el arte mobiliario desde el Egipto tulunida hasta Irán, sobre todo acompañando a la madera en la decoración.
El arte de la cerámica conoció por lo menos dos grandes innovaciones: la invención de la fayenza y la cerámica de brillo metálico que perdurarán durante mucho tiempo después de la desaparición de la dinastía. En el islam, se llama faience a una masa de pasta arcillosa, cubierta con un esmalte opaco tratado con óxido de estaño, y decorada. Las imitaciones de porcelana china se multiplicaron entonces gracias al óxido de cobalto, utilizado desde el siglo VIII en Suse, y que permite decorados en azul y blanco. El repertorio de motivos es todavía bastante limitado: motivos vegetales e inscripciones.
El brillo metálico habría nacido en el siglo IX, tal vez por la incorporación a la cerámica de un producto ya existente y que era utilizado en el vidrio. La cronología de esta invención y de los primeros siglos es muy difícil y ha dado lugar a muchas controversias. Los primeros brillos metálicos serían policromados, sin imágenes y a partir del siglo X pasarían a ser figurativos y monocromos, si hemos de creer la opinión más comúnmente aceptada, que se basa, en parte, en el mihrab de la Mezquita de Kairuán. También se producía vidrio transparente u opaco, decorado por soplado en un molde o mediante la adición de otros elementos. Hay varios ejemplos de tallado de vidrio, el más famoso es probablemente el tazón de las liebres, que se conserva en el tesoro de San Marcos en Venecia, y la decoración arquitectónica en este material que ha sido hallada en Samarra.
La Arquitectura adopta muchas formas diferentes en el mundo islámico, a menudo su relación con la religión musulmana: la mezquita es una de ellas, pero la madraza y los lugares de retiro son también edificios típicos de los países del islam adaptados a la práctica del culto.
Los tipos de edificios varían mucho según los períodos y las regiones. Antes del siglo XIII, en la cuna del mundo árabe, es decir, en Egipto, en Siria, en Iraq y en Turquía, casi todas las mezquitas siguen el llamado plano árabe, con un gran patio y una sala de oración hipóstila, pero que varían enormemente en su decoración e incluso en sus formas: en el Magreb las mezquitas adoptaron un plano en «T» con naves perpendiculares a la qibla, mientras que en Egipto y Siria las naves son paralelas. Irán tiene sus propias especificidades como el uso del ladrillo y la decoración en estuco y cerámica, el uso de formas particulares a menudo tomadas del arte Sasánida como los Iwan (porches de entrada abiertos por un gran arco) y el arco persa. En España, hay más bien un gusto por una arquitectura coloreada con el uso de arcos variados (de herradura, polilobulados, etc.). En Anatolia, bajo la influencia de la arquitectura bizantina, pero también debido a evoluciones específicas en el plano árabe en esta región, se construyeron las grandes mezquitas otomanas de cúpula singular y desproporcionada. En la India mogol los planos se fueron alejando gradualmente del modelo iraní, destacando mucho en sus edificios la cúpula bulbosa.
En las diversas regiones del mundo musulmán se han desarrollado numerosos tipos de mezquitas. Entre los más notables se cuentan las primitivas mezquitas abasíes, las mezquitas en forma de T, y las mezquitas de cúpula central de Anatolia. Durante el siglo XX, gracias a la riqueza aportada por el petróleo, se llevó a cabo la construcción de muchas mezquitas usando diseños de importantes arquitectos modernos no-musulmanes y promoviendo las carreras de destacados arquitectos musulmanes contemporáneos.
Las mezquitas de estilo arábigo o mezquitas hipóstilas constituyen el modelo más antiguo de mezquita, iniciado bajo la dinastía de los Omeyas. Estas mezquitas son de planta cuadrada o rectangular, con un patio cerrado y una sala de oraciones cubierta. Históricamente, en las zonas de clima cálido del Mediterráneo y Oriente Medio, el patio cumplía la función de acomodar a la gran cantidad de fieles que se congregaban durante las ŷumʿa. La mayoría de las primeras mezquitas arábigas tienen azoteas planas encima de las salas de oración, que dieron lugar a la necesidad de utilizar numerosas columnas y soportes. Una de las mezquitas más notables de este estilo es la de Córdoba, en España, en la que la estructura se apoya sobre cerca de 850 columnas. Con frecuencia, las mezquitas arábigas tienen arcadas exteriores, de modo que los visitantes puedan gozar de zonas de sombra.
Un elemento común de las mezquitas es el minarete o alminar, la alta y esbelta torre que generalmente está situada en una de las esquinas de la estructura. La punta del minarete es siempre el punto más alto de las mezquitas que tienen uno, y a menudo el punto más alto del área circundante. El minarete más alto del mundo está situado en la Mezquita Hassan II en Casablanca, Marruecos.
Las primeras mezquitas carecían de minaretes, e incluso hoy en día los movimientos islámicos más conservadores, como el wahhabismo, evitan construirlos, ya que los consideran ostentosos e innecesarios. El primer minarete fue construido en 665 en Basora durante el reinado del califa omeya Muʿāwiyya I. Muʿāwiyya impulsó la construcción de minaretes, pues se suponía que igualarían a las mezquitas con los campanarios de las iglesias cristianas. Consecuentemente, los arquitectos de las mezquitas tomaron prestada la forma de los campanarios para sus minaretes, que se utilizaban esencialmente para el mismo propósito — llamar a los fieles a la oración.
Antes de las cinco oraciones diarias obligatorias, un almuédano llama a los adoradores a orar desde el minarete. En muchos países donde los musulmanes no son mayoría, se prohíbe que las mezquitas hagan el llamado ('aḏān) demasiado sonoramente, a pesar de que se debería hacer así para avisar a la comunidad circundante. No es obligatorio el 'aḏān antes de cada oración. Sin embargo, casi todas las mezquitas asignan un almuédano para cada una de las cinco oraciones, pues es una de las prácticas recomendadas o sunna del profeta Mahoma. En las mezquitas que no tienen minaretes, el aḏān se realiza desde el interior de la mezquita o en alguna otra parte en el suelo. La iqāma, que es similar al aḏān y se lleva a cabo inmediatamente antes del comienzo del rezo, no se anuncia desde el minarete incluso cuando se dispone de uno.
Las cúpulas han sido un sello característico de las mezquitas de la arquitectura islámica en general desde el siglo VII. A menudo ubicadas directamente sobre la sala de oración principal, pueden representar las bóvedas del ŷanna (paraíso) y el cielo. Con el paso del tiempo, el tamaño de las cúpulas creció, y de ocupar solo una pequeña parte del techo cerca del miḥrāb pasaron a cubrir por completo la sala de oración. Aunque las cúpulas normalmente tomaban la forma de una semiesfera, los mogoles de la India popularizaron un estilo de cúpula bulbosa que se asemeja a la forma de una cebolla en el Subcontinente Indio y en Persia. Algunas mezquitas tienen múltiples cúpulas, a menudo más pequeñas, además de la principal y mayor, situada en el centro.
Texto: wikipedia
Imagen:
Por arte islámico se conoce el estilo artístico desarrollado en la cultura generada por la religión islámica.
El arte islámico tiene una cierta unidad estilística, debido al desplazamiento de los artistas, comerciantes, mecenas y obreros. El empleo de una escritura común en todo el mundo islámico y el desarrollo de la caligrafía refuerzan esta idea de unidad. Concedieron gran importancia a la geometría y a la decoración, que podía ser de tres tipos:
En arquitectura, crearon edificios con funciones específicas tales como mezquitas y madrazas, siguiendo el mismo patrón básico, aunque con diferentes formas. Prácticamente no hay arte de la escultura pero las realizaciones de objetos de metal, marfil o cerámica alcanzan con frecuencia una alta perfección técnica. Existe también una pintura y una iluminación en los libros sagrados y profanos.
Para designarlo también se aplica incorrectamente el término arte árabe. Este error procede de una utilización inexacta de su significado, puesto que de las dos acepciones del término árabe, una es geográfica, aplicable a los naturales de Arabia, mientras que la otra es lingüística, referida los que hablan la lengua árabe de su cultura. El arte musulmán o arte islámico de la península ibérica recibe la denominación de arte hispanomusulmán.
Poco se sabe sobre la arquitectura antes de la dinastía Omeya. El primero y más importante edificio islámico es, sin duda, la casa del Profeta en Medina. Esta casa, más o menos mítica, fue el primer lugar donde los musulmanes se reunieron para rezar, aunque la religión musulmana cree que la oración se puede hacer en cualquier lugar.
La casa del Profeta tuvo una gran importancia para la arquitectura islámica, puesto que establece el prototipo de la mezquita de diseño árabe, formada por un patio con una sala de oración hipóstila. Este modelo, adaptado a la oración, no nació de la nada, podría estar inspirado por el templo de Husa ( Yemen, siglo II a. C. ) o por la sinagoga Dura Europos ( renovada en el año 245).1 Construida con materiales perecederos (madera y barro), la casa del Profeta no sobrevivió por mucho tiempo, pero está descrita con detalle en las fuentes árabes. Actualmente, la Mezquita del Profeta se eleva en el lugar donde supuestamente se encontraba la casa de Mahoma.
Los primeros objetos islámicos son muy difíciles de distinguir de los objetos de épocas anteriores sasánidas y bizantinas, o ya omeyas. De hecho, el islam nació en efecto, en las zonas donde el arte parece haber sido poco abundante, pero rodeadas de imperios notables por su producción artística. Es por ello que, en los inicios del islam, los artistas islámicos utilizaron las mismas técnicas y los mismos motivos que sus vecinos. Se conoce, especialmente, una abundante producción de cerámica sin brillo, como lo demuestra un célebre tazón que se conserva en el Museo del Louvre, cuya inscripción nos asegura que su fabricación se remonta a la época islámica. El tazón proviene de uno de los pocos lugares arqueológicos que realiza un seguimiento de la transición entre el mundo preislámico y el islam: El de Susa en Irán.5
Entre los Omeyas, la arquitectura religiosa y civil crece con la introducción de nuevos conceptos y diseños. De este modo, el plano árabe, con patio y sala de oración hipóstila, se convierte en un plano-modelo a partir de la construcción, en el lugar más sagrado de la ciudad de Damasco - en el antiguo templo de Júpiter y en el lugar donde estuvo la Basílica de San Juan Bautista - de la Gran Mezquita de los Omeyas. El edificio fue un importante hito para que los constructores (y los historiadores del arte) situaran allí el nacimiento del plano árabe. Sin embargo, recientes trabajos de Myriam Rosen-Ayalon nos sugieren que el plano árabe nació un poco antes, con el primer proyecto que se hizo para construir la Mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén.
La Cúpula de la Roca en Jerusalén es, sin duda, uno de los edificios más importantes de toda la arquitectura islámica, caracterizado por una fuerte influencia bizantina ( mosaicos con fondo de oro, plano centrado que recuerda el del Santo Sepulcro ), pero que ya tiene elementos puramente islámicos, como el gran friso con inscripciones religiosas del Corán. Su modelo no se propagó, y el que Oleg Grabar considera como el primer monumento que fue una gran creación estética del islam, quedó sin posteridad.
Además de la arquitectura, los artesanos trabajaban la cerámica, a menudo no esmaltada, a veces con un vidriado monocromo transparente, verde o amarillo, y también trabajaron el metal. Sigue siendo muy difícil diferenciar estos objetos de los del período pre-islámico, los artesanos reutilizaron elementos occidentales (follaje vegetal, hojas de acanto, etc) y sasánidas.
En la arquitectura como en las artes mobiliarias , los artistas y artesanos omeyas no inventaron nuevas formas o métodos, sino que reutilizaron de manera espontánea las de la Antigüedad tardía mediterránea e iraní y las adaptaron a su diseño artístico, por ejemplo, mediante la sustitución en la gran mezquita de Damasco de los elementos figurativos que tenían los mosaicos bizantinos, por dibujos de árboles y ciudades. En los castillos del desierto se reflejan en particular estos préstamos y adaptaciones. La mezcla de tradición y readaptación de motivos y elementos arquitectónicos, fue creando, poco a poco, un arte típicamente musulmán, palpable sobre todo en la estética de los arabescos, presente a la vez que en los monumentos en los objetos o en las páginas de los Coranes iluminados.
Con el desplazamiento de los centros de poder hacia el este, dos ciudades que serían sucesivamente capitales del califato cobraron gran importancia: Bagdad y Samarra en Irak. La ciudad de Bagdad no ha podido ser excavada porque está cubierta por la ciudad contemporánea. La conocemos por varias fuentes, que la describen como una ciudad circular en cuyo centro se construyeron grandes mezquitas y palacios. Samarra ha sido objeto de varias excavaciones, especialmente de Ernst Herzfeld y más recientemente de Alastair Northedge. Creada por Al-Mutasim, en el año 836, abarca unos treinta kilómetros, y tenía además de muchos palacios, dos grandes mezquitas y varios cuarteles. Abandonada definitivamente a la muerte de Al-Mu'tamid en el año 892 nos ofrece un hito cronológico fiable.
Samarra nos ha proporcionado una gran cantidad de mobiliario, especialmente estuco que servía como decoración arquitectónica y cuyos motivos pueden servir para la datación aproximada de los edificios. El estuco también se encuentra en el arte mobiliario desde el Egipto tulunida hasta Irán, sobre todo acompañando a la madera en la decoración.
El arte de la cerámica conoció por lo menos dos grandes innovaciones: la invención de la fayenza y la cerámica de brillo metálico que perdurarán durante mucho tiempo después de la desaparición de la dinastía. En el islam, se llama faience a una masa de pasta arcillosa, cubierta con un esmalte opaco tratado con óxido de estaño, y decorada. Las imitaciones de porcelana china se multiplicaron entonces gracias al óxido de cobalto, utilizado desde el siglo VIII en Suse, y que permite decorados en azul y blanco. El repertorio de motivos es todavía bastante limitado: motivos vegetales e inscripciones.
El brillo metálico habría nacido en el siglo IX, tal vez por la incorporación a la cerámica de un producto ya existente y que era utilizado en el vidrio. La cronología de esta invención y de los primeros siglos es muy difícil y ha dado lugar a muchas controversias. Los primeros brillos metálicos serían policromados, sin imágenes y a partir del siglo X pasarían a ser figurativos y monocromos, si hemos de creer la opinión más comúnmente aceptada, que se basa, en parte, en el mihrab de la Mezquita de Kairuán. También se producía vidrio transparente u opaco, decorado por soplado en un molde o mediante la adición de otros elementos. Hay varios ejemplos de tallado de vidrio, el más famoso es probablemente el tazón de las liebres, que se conserva en el tesoro de San Marcos en Venecia, y la decoración arquitectónica en este material que ha sido hallada en Samarra.
La Arquitectura adopta muchas formas diferentes en el mundo islámico, a menudo su relación con la religión musulmana: la mezquita es una de ellas, pero la madraza y los lugares de retiro son también edificios típicos de los países del islam adaptados a la práctica del culto.
Los tipos de edificios varían mucho según los períodos y las regiones. Antes del siglo XIII, en la cuna del mundo árabe, es decir, en Egipto, en Siria, en Iraq y en Turquía, casi todas las mezquitas siguen el llamado plano árabe, con un gran patio y una sala de oración hipóstila, pero que varían enormemente en su decoración e incluso en sus formas: en el Magreb las mezquitas adoptaron un plano en «T» con naves perpendiculares a la qibla, mientras que en Egipto y Siria las naves son paralelas. Irán tiene sus propias especificidades como el uso del ladrillo y la decoración en estuco y cerámica, el uso de formas particulares a menudo tomadas del arte Sasánida como los Iwan (porches de entrada abiertos por un gran arco) y el arco persa. En España, hay más bien un gusto por una arquitectura coloreada con el uso de arcos variados (de herradura, polilobulados, etc.). En Anatolia, bajo la influencia de la arquitectura bizantina, pero también debido a evoluciones específicas en el plano árabe en esta región, se construyeron las grandes mezquitas otomanas de cúpula singular y desproporcionada. En la India mogol los planos se fueron alejando gradualmente del modelo iraní, destacando mucho en sus edificios la cúpula bulbosa.
En las diversas regiones del mundo musulmán se han desarrollado numerosos tipos de mezquitas. Entre los más notables se cuentan las primitivas mezquitas abasíes, las mezquitas en forma de T, y las mezquitas de cúpula central de Anatolia. Durante el siglo XX, gracias a la riqueza aportada por el petróleo, se llevó a cabo la construcción de muchas mezquitas usando diseños de importantes arquitectos modernos no-musulmanes y promoviendo las carreras de destacados arquitectos musulmanes contemporáneos.
Las mezquitas de estilo arábigo o mezquitas hipóstilas constituyen el modelo más antiguo de mezquita, iniciado bajo la dinastía de los Omeyas. Estas mezquitas son de planta cuadrada o rectangular, con un patio cerrado y una sala de oraciones cubierta. Históricamente, en las zonas de clima cálido del Mediterráneo y Oriente Medio, el patio cumplía la función de acomodar a la gran cantidad de fieles que se congregaban durante las ŷumʿa. La mayoría de las primeras mezquitas arábigas tienen azoteas planas encima de las salas de oración, que dieron lugar a la necesidad de utilizar numerosas columnas y soportes. Una de las mezquitas más notables de este estilo es la de Córdoba, en España, en la que la estructura se apoya sobre cerca de 850 columnas. Con frecuencia, las mezquitas arábigas tienen arcadas exteriores, de modo que los visitantes puedan gozar de zonas de sombra.
Un elemento común de las mezquitas es el minarete o alminar, la alta y esbelta torre que generalmente está situada en una de las esquinas de la estructura. La punta del minarete es siempre el punto más alto de las mezquitas que tienen uno, y a menudo el punto más alto del área circundante. El minarete más alto del mundo está situado en la Mezquita Hassan II en Casablanca, Marruecos.
Las primeras mezquitas carecían de minaretes, e incluso hoy en día los movimientos islámicos más conservadores, como el wahhabismo, evitan construirlos, ya que los consideran ostentosos e innecesarios. El primer minarete fue construido en 665 en Basora durante el reinado del califa omeya Muʿāwiyya I. Muʿāwiyya impulsó la construcción de minaretes, pues se suponía que igualarían a las mezquitas con los campanarios de las iglesias cristianas. Consecuentemente, los arquitectos de las mezquitas tomaron prestada la forma de los campanarios para sus minaretes, que se utilizaban esencialmente para el mismo propósito — llamar a los fieles a la oración.
Antes de las cinco oraciones diarias obligatorias, un almuédano llama a los adoradores a orar desde el minarete. En muchos países donde los musulmanes no son mayoría, se prohíbe que las mezquitas hagan el llamado ('aḏān) demasiado sonoramente, a pesar de que se debería hacer así para avisar a la comunidad circundante. No es obligatorio el 'aḏān antes de cada oración. Sin embargo, casi todas las mezquitas asignan un almuédano para cada una de las cinco oraciones, pues es una de las prácticas recomendadas o sunna del profeta Mahoma. En las mezquitas que no tienen minaretes, el aḏān se realiza desde el interior de la mezquita o en alguna otra parte en el suelo. La iqāma, que es similar al aḏān y se lleva a cabo inmediatamente antes del comienzo del rezo, no se anuncia desde el minarete incluso cuando se dispone de uno.
Las cúpulas han sido un sello característico de las mezquitas de la arquitectura islámica en general desde el siglo VII. A menudo ubicadas directamente sobre la sala de oración principal, pueden representar las bóvedas del ŷanna (paraíso) y el cielo. Con el paso del tiempo, el tamaño de las cúpulas creció, y de ocupar solo una pequeña parte del techo cerca del miḥrāb pasaron a cubrir por completo la sala de oración. Aunque las cúpulas normalmente tomaban la forma de una semiesfera, los mogoles de la India popularizaron un estilo de cúpula bulbosa que se asemeja a la forma de una cebolla en el Subcontinente Indio y en Persia. Algunas mezquitas tienen múltiples cúpulas, a menudo más pequeñas, además de la principal y mayor, situada en el centro.
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