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tipo de documento Lecciones
Egipto, don del Nilo según Herodoto, era un oasis en medio del desierto gracias a las periódicas inundaciones del río que depositaban aluviones de tierra negra que permitieron la aparición temprana de una fértil agricultura hacia el 6000 a. C. y el surgimiento de los primeros poblados en el Neolítico.
El Nilo dividía en dos zonas geográficas a Egipto: al norte el Bajo Egipto, el delta, y al sur el Alto Egipto, valle estrecho y alargado entre acantilados rocosos. Ambas zonas formaban primitivamente dos reinos, unificados políticamente hacia el año 3000 a. C por Menes o Narmer, el fundador de la primera dinastía de Faraones o reyes.
Los egipcios consideraban dioses a los faraones, encargados de mantener el orden eterno del mundo. Dueños del poder absoluto y con total control de los recursos económicos del país, los faraones gobernaron Egipto durante tres mil años gracias a una administración centralizada, en manos de un visir ayudado de funcionarios o escribas, necesaria para desarrollar las complejas funciones que suponía controlar las aguas del Nilo. Se apoyaban en la nobleza, los nomarcas o gobernadores de los nomos o provincias, la casta sacerdotal, los jefes militares y los numerosos escribas. La minoritaria y poderosa nobleza se hallaba en la cúspide de la pirámide social, mientras obreros y campesinos, que eran la mayoría, constituían la base. Apenas había esclavos, que aparecieron al iniciarse las campañas de conquista exterior.
La historia de Egipto conoce distintos periodos. El Periodo Predinástico se extiende entre el 5500 y el 3200 a. de C, seguido por la Época Tinita (3200-2700 a. de C) en que Egipto está dividido en dos reinos. Tras la unificación del país por Narmer, un soberano del Alto Egipto, se sucedieron tres Imperios, que fueron los periodos más brillantes de la historia de Egipto, separados por sendos periodos de desunión:
Egipto entró en decadencia a partir de entonces, sólo hubo un renacimiento tardío, con la dinastía Saita, hacia el 656 a. de C. El país fue sucesivamente invadido por asirios (671 a. de C) y persas (525 a. de C.); en el 332 a. de C. Alejandro lo conquistó, reinando desde el 305 la dinastia griega de los Ptolomeos, cuya última reina fue la célebre Cleopatra, hasta la conquista por Roma en el 30 a. de C, pasando Egipto a formar parte del Imperio romano.
En la cultura y el arte egipcios jugaba un papel fundamental la religión, ya que eran un pueblo muy religioso. Los dioses, creadores y dueños del mundo, surgieron de la divinización de fuerzas naturales o astros. Eran representados de forma antropomorfa o zoomorfa, o mixta, y se agrupaban en familias divinas. Los dioses más importantes eran el Sol- Amon, Ra- esposo de Hathor, diosa del amor y Osiris- dios de la vida de ultratumba y de los muertos, su esposa Isis, la luna, y su hijo, Horus, el dios-halcón. Junto a ellos se adoraba a un sinfín de dioses locales.
La religión egipcia era alegre y llena de esperanza ya que creían en la vida eterna. Tenían la idea de la existencia de un ba o alma que se separaba del cuerpo al morir, el cual podía vivir una vida de ultratumba si se conservaba el cuerpo o un doble – el ka- del mismo. Por eso llevaban a cabo el ritual del embalsamamiento y enterraban a las momias en sarcófagos de piedra o madera.
El arte egipcio estuvo vinculado desde el principio a la religión y al poder, al servicio del faraón y de las clases dirigentes. Los artistas no eran libres, se limitaban a seguir unas normas de representación fijadas de antemano, dictadas por los sacerdotes; eran considerados simples artesanos, aunque gozaban de cierto reconocimiento social. Por eso apenas hubo cambios estilísticos en sus más de 3000 años de existencia, a lo que contribuyó la ausencia de influencias culturales exteriores debido al aislamiento geográfico del país, entre desiertos y el mar.
En Egipto la escritura era jeroglífica, utilizando como soporte el papiro. Los escribas eran los funcionarios especializados en ella. El sabio francés Champollion logró descifrarla gracias a la piedra Rosetta hallada en 1799. Los egipcios destacaron en ciencias; alcanzaron un alto grado de conocimiento pragmático del cálculo y la geometría, inventaron el calendario solar de 365 días y lograron gran desarrollo de la medicina. También fue importante su literatura. El Libro de los Muertos es un conjunto de formulas mágicas que se colocaba junto al difunto para ayudarle en el transito al más allá.
La arquitectura egipcia se caracteriza por su monumentalidad y colosalismo; sus construcciones no están hechas a proporción humana, sino divina y son excesivamente grandes y pesadas. La arquitectura está vinculada a la religión ya que es un símbolo del poder religioso y de amor al faraón, considerado un dios.
También presenta una estrecha relación con el medio geográfico. Egipto es pobre en madera, pero dispone de abundantes canteras de piedra lo que determinó que el material constructivo utilizado sea la piedra tallada de forma regular, en sillares enormes, colocados sin mezcla, para dar a sus edificios la mayor duración posible. La arquitectura es arquitrabada, con cubierta plana (adintelada), formada por bloques de piedra grandes, lo que propicia una arquitectura con predominio de líneas rectas, verticales y horizontales. Los elementos de soporte son el muro (muy grueso y en talud) y la columna, inspirada en la vegetación y cuyas formas son variadísimas:palmiforme, lotiforme, papiriforme o hathórica -una mujer con orejas de vaca- También hay columnas protodóricas precedentes de las griegas.
Apenas quedan restos de las ciudades debido a la pobreza de los materiales utilizados- paja y adobe.
Los primeros monumentos funerarios del Imperio Antiguo (2700-2250 a. de C.) son las mastabas: tumbas en forma de pirámide truncada, construidas en ladrillo que fueron primero enterramiento de faraones hasta que pasaron a ser enterrados en pirámides y luego sirvieron de tumbas para nobles y funcionarios, hechas en piedra y agrupadas en necrópolis alrededor de las pirámides. Constan de una capilla de ofrendas, que se abre a una cámara o serdab, con estatuas del ka o doble, decorada con pinturas y relieves y un pozo subterráneo que conduce a una cámara sepulcral donde se encuentra el sarcófago con el ajuar. El pozo se ciega con piedras para impedir el acceso.
Las construcciones funerarias del Imperio Antiguo más famosas son las pirámides, destinadas a enterramiento de los faraones y su familia. La primera fue la pirámide escalonada del faraón Zoser, en Saqqara, construida en piedra por superposición de seis mastabas; es el centro de un recinto funerario rectangular con otras construcciones, obra del célebre arquitecto Inhotep.
Las pirámides más famosas son las de los faraones Keops, Kefrén y Mikerinos, de la IV dinastía ( 2700 a 2500 a. de C.) en el complejo funerario de Gizeh. Realizadas en sillares de piedra, colosales (la de Keops mide 146 metros de altura) y laberínticas para hacerlas inaccesibles. Las pirámides asombran por su solidez constructiva; es la única de las siete maravillas de la Antigüedad que permanece en pie.
A partir del Imperio Medio (2050-1800 a. de C.) y especialmente durante el Imperio Nuevo (1580- 1070 a. de C) los faraones pasaron a enterrarse en hipogeos en el Valle de los Reyes. Son tumbas reales excavadas en la roca, con galerías y cámaras decoradas con pinturas y relieves. En Beni- Hassán hay ejemplos pertenecientes a las dinastías XI-XII.
Los primeros templos en el I. Antiguo estaban ligados a los complejos funerarios; eran el lugar para rezar por el muerto y llevarle ofrendas. En el I. Medio (1050-1580) se independizaron, pero no se han conservado bien. Los mejor conservados e importantes son los del Imperio Nuevo (1580-1070) dedicados a ser “vivienda de un dios” que era la función principal del templo.
La planta de un templo es rectangular y consta de las siguientes partes:
Una avenida de esfinges (esculturas con cuerpo de león y cabeza de mujer) conducía hasta la entrada del templo. Al final de esta avenida había dos obeliscos (monolitos en piedra con punta en forma de pirámide, con escritura jeroglífica, que simbolizaban un rayo de sol petrificado). Detrás estaba una gran puerta, rematada por gola y flanqueada por dos pilonos de forma trapezoidal, con muros en talud adornados con bajorrelieves. Tras la entrada se hallaba el patio hípetro -sin techo- pero con pórticos de colosales columnas, al que podía acceder el pueblo. Luego venía la parte privada del templo a la que sólo accedían los sacerdotes y algunos fieles para entregar ofrendas al dios de tamaño, altura e iluminación decrecientes, formada por la sala hipóstila, con columnas y techo, la sala de la barca sagrada que el dios utilizaba en sus viajes por el Nilo y el santuario, una cámara pequeña y oscura donde se guardaba la estatua del dios y dónde sólo podía entrar el faraón o el sumo sacerdote. El templo egipcio estaba pues jerarquizado, en tamaño, altura, luz y socialmente.
Los templos más importantes de este tipo pertenecen al Imperio Nuevo y fueron edificados por los faraones de la dinastía XVIII cerca de Tebas, como los de Karnak y Luxor.
Los templos funerarios solían ser de planta cuadrada, con antecámara y sala hipostila donde se efectuaban los ritos de purificación y momificación del faraón. Luego se trasladaba el cuerpo por una calzada hasta el santuario antes del entierro definitivo en la tumba. Constaban también de una cámara de ofrendas.
Otros templos funerarios son los speos, excavados en la roca. Los más importantes son el de la reina Hatsepsut XVIII dinastia, en Der- el Bahari con tres terrazas y columnas protodoricas. Y los de Ramses II, de la XIX dinastía, y de su esposa Nefertari en Abu Simbel, en Nubia. Cuatro colosales estatuas de Ramsés de más de 20 m. de altura decoran la fachada y su interior consta de varias salas que disminuyen en altura progresivamente. En 1968 fue trasladado pieza a pieza para salvarlo de las aguas de la presa de Asuan.
Las esculturas suelen ser en piedra, generalmente policromada, empleándose también metales y en ocasiones la madera. Los temas más representados son los dioses y los faraones con sus atributos (la doble corona, el cetro, el látigo, el úreus o serpiente sagrada sobre la frente).
La escultura egipcia está ligada a las prácticas funerarias. La mayoría de las esculturas ha sido hallada en tumbas y templos funerarios. La estatua era considerada el doble- ka- del difunto, su soporte material para garantizar la vida eterna en el caso de que el cuerpo momificado desapareciera.
Por eso es necesario que la representación de la figura sea total y que muestre sus partes más características. Esto obliga a determinados convencionalismos. La escultura está sujeta a unas reglas preestablecidas, regidas por la llamada ley de la frontalidad, representando la figura humana simultáneamente desde distintos puntos de vista: la cabeza de perfil, pero con el ojo de frente, el tronco de frente y las piernas de perfil. Las estatuas se muestran con la mirada alta y fija, su rostro no refleja sentimientos- hieratismo- y dan impresión de calma porque están totalmente inmóviles, sentadas o de pie, rígidas, con los brazos pegados al cuerpo y dispuestas en dos mitades simétricas a partir de un eje. Otro convencionalismo es el uso del color amarillo para las mujeres y rojo para los hombres. Los artistas tenían que conocer y seguir estas normas elaboradas por los sacerdotes.
También es necesario mantener la integridad de la figura y evitar roturas ya que el difunto sufriría la misma mutilación que su doble. De ahí la utilización de piedras duras y formas compactas, como la llamada estatua bloque, que junta el cuerpo, brazos y piernas para que no pudiera romperse con facilidad.
En los relieves son características la ausencia de perspectiva y la composición ordenada de escenas, lo que se ha relacionado con la influencia de la agricultura y el conocimiento de la geometría.
En el Imperio Antiguo (2700-2250 a. de C.) la escultura alcanzó gran perfección. Los rostros son retratos de gran naturalidad, llenos de vida. De la IV dinastía las mejores muestras son : la estatua funeraria sedente del faraón Kefren, las del faraón Micerinos y su esposa, las llamadas Triadas de Micerinos, entre la diosa Hathor y la diosa protectora del nomos y las estatuas sedentes de Rahotep y su esposa Nofret, procedentes de una tumba de Médium, en caliza policromada. La gran esfinge de Gizeh de 20 metros tiene el rostro del faraón Kefren.
De la V dinastía son el Escriba sentado del Museo del Louvre, en piedra caliza policromada, con ojos de cristal, que aparece en actitud de escribir con el punzón sobre el papiro y la del Cheik el Beled “ El Alcalde del Pueblo” , probablemente un sacerdote, con pupilas incrustadas. Ambos son personajes privados de gran realismo.
Las normas rígidas impuestas a las figuras de las clases sociales elevadas se relajaban o incluso desaparecían en los ushebti, pequeñas figuras de tierra cocida, piedra o madera policromada de sirvientes realizando las más variadas tareas- lavanderas, soldados, etc- que se colocaban en las tumbas para que sirvieran al difunto en el más allá.
Del Imperio Medio (2050-1800 a. de C.) son los colosos de Memnon y estatuas de los faraones Sesostris III y Amenofis III, muchas estatuas-cubo, en piedras duras.
En el Imperio Nuevo (1580- 1070 a. de C) se produjo una renovación artística durante el reinado del faraón Amenofis IV o Akhenaton de la XVIII dinastia (1352-1305 aC) que llevó a cabo una revolución monoteísta en su nueva capital, Tell el Amarna. El estilo de este periodo es muy realista; los rasgos fisicos se presentan con todo detalle, sin disimular los defectos, como en la estatua del rey con vientre y cabeza deformes y en el busto de Nefertiti, su esposa, encontrado en el taller del escultor Tutmosis, en caliza policromada, de una belleza exquisita y gran elegancia, que se halla en el Museo de Berlín.
A la muerte de Akhenaton se vuelve a los cánones clásicos, con una cierta idealización de las figuras.
Tras el imperio nuevo se desarrolla el retrato, con mayor realismo.
Las primeras manifestaciones en el Egipto predinástico son las paletas votivas como las de Narmer, en esquisto, con relieves dispuestos en fajas superpuestas en los que aparece el faraón aplastando a sus enemigos.
Generalmente son bajorrelieves policromados, de extraordinaria calidad, que decoraban las paredes de las tumbas de personajes importantes y representaban escenas de la vida cotidiana del difunto o bien servían para decorar las fachadas y el interior de los templos contando historias de la vida de los dioses o escenas conmemorativas de las campañas militares del faraón. Son muy importantes los de Ramsés II del Imperio Nuevo.
Todos ellos están sometidos a convencionalismos y reglas fijas, salvo los relieves familiares que representan a Akhenaton y Nefertiti en los que aparecen ambos en gran intimidad y realismo.
La pintura mural egipcia está sometida a las mismas reglas y convencionalismos del relieve. Las figuras carecen de profundidad y volumen, las formas son planas y la única perspectiva que existe es la jerárquica, que aumenta o disminuye el tamaño de los personajes según su importancia social. Todos los objetos están colocados en un único plano, paralelo al espectador, para poder apreciar bien los detalles.
Predominan los colores alegres y cálidos (rojo y amarillo). El color es plano y sin matices. Las figuras están dibujadas de modo muy preciso, a veces contorneadas en negro
La pintura mural al fresco tenía la misma función que el relieve y servía para decorar las paredes de las tumbas con escenas de la vida cotidiana egipcia: trabajos agrícolas, caza y pesca, banquetes, bailes etc. Son muy interesantes las pinturas de las mastabas del Imperio Antiguo , como la de Ti en Saqqara, destacando por su naturalidad las famosas Ocas de Méidun.
La pintura reemplazó a los relieves en el Imperio Nuevo en la decoración de los hipogeos de la necrópolis del valle de los Reyes en Tebas.
La pintura se usó también en la decoración de sarcófagos y la ilustración de papiros como el Libro de los muertos.
En las artes aplicadas, la cerámica, el vidrio, la orfebrería, la ebanistería y la joyeria produjeron en Egipto objetos de notable nivel técnico y calidad. Se empleaban ricos materiales- maderas de cedro, oro, plata, lapislázuli, alabastro, piedras preciosas etc- Los objetos hallados unen belleza y utilidad como los del ajuar funerario intacto de la Tumba de Tutankhamón, de finales de la Dinastía XVIII, que se encuentra en el Museo Egipcio del El Cairo, entre los que destaca la Máscara de oro.
Texto: Mª Dolores Granja en Wikillerato
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Egipto, don del Nilo según Herodoto, era un oasis en medio del desierto gracias a las periódicas inundaciones del río que depositaban aluviones de tierra negra que permitieron la aparición temprana de una fértil agricultura hacia el 6000 a. C. y el surgimiento de los primeros poblados en el Neolítico.
El Nilo dividía en dos zonas geográficas a Egipto: al norte el Bajo Egipto, el delta, y al sur el Alto Egipto, valle estrecho y alargado entre acantilados rocosos. Ambas zonas formaban primitivamente dos reinos, unificados políticamente hacia el año 3000 a. C por Menes o Narmer, el fundador de la primera dinastía de Faraones o reyes.
Los egipcios consideraban dioses a los faraones, encargados de mantener el orden eterno del mundo. Dueños del poder absoluto y con total control de los recursos económicos del país, los faraones gobernaron Egipto durante tres mil años gracias a una administración centralizada, en manos de un visir ayudado de funcionarios o escribas, necesaria para desarrollar las complejas funciones que suponía controlar las aguas del Nilo. Se apoyaban en la nobleza, los nomarcas o gobernadores de los nomos o provincias, la casta sacerdotal, los jefes militares y los numerosos escribas. La minoritaria y poderosa nobleza se hallaba en la cúspide de la pirámide social, mientras obreros y campesinos, que eran la mayoría, constituían la base. Apenas había esclavos, que aparecieron al iniciarse las campañas de conquista exterior.
La historia de Egipto conoce distintos periodos. El Periodo Predinástico se extiende entre el 5500 y el 3200 a. de C, seguido por la Época Tinita (3200-2700 a. de C) en que Egipto está dividido en dos reinos. Tras la unificación del país por Narmer, un soberano del Alto Egipto, se sucedieron tres Imperios, que fueron los periodos más brillantes de la historia de Egipto, separados por sendos periodos de desunión:
Egipto entró en decadencia a partir de entonces, sólo hubo un renacimiento tardío, con la dinastía Saita, hacia el 656 a. de C. El país fue sucesivamente invadido por asirios (671 a. de C) y persas (525 a. de C.); en el 332 a. de C. Alejandro lo conquistó, reinando desde el 305 la dinastia griega de los Ptolomeos, cuya última reina fue la célebre Cleopatra, hasta la conquista por Roma en el 30 a. de C, pasando Egipto a formar parte del Imperio romano.
En la cultura y el arte egipcios jugaba un papel fundamental la religión, ya que eran un pueblo muy religioso. Los dioses, creadores y dueños del mundo, surgieron de la divinización de fuerzas naturales o astros. Eran representados de forma antropomorfa o zoomorfa, o mixta, y se agrupaban en familias divinas. Los dioses más importantes eran el Sol- Amon, Ra- esposo de Hathor, diosa del amor y Osiris- dios de la vida de ultratumba y de los muertos, su esposa Isis, la luna, y su hijo, Horus, el dios-halcón. Junto a ellos se adoraba a un sinfín de dioses locales.
La religión egipcia era alegre y llena de esperanza ya que creían en la vida eterna. Tenían la idea de la existencia de un ba o alma que se separaba del cuerpo al morir, el cual podía vivir una vida de ultratumba si se conservaba el cuerpo o un doble – el ka- del mismo. Por eso llevaban a cabo el ritual del embalsamamiento y enterraban a las momias en sarcófagos de piedra o madera.
El arte egipcio estuvo vinculado desde el principio a la religión y al poder, al servicio del faraón y de las clases dirigentes. Los artistas no eran libres, se limitaban a seguir unas normas de representación fijadas de antemano, dictadas por los sacerdotes; eran considerados simples artesanos, aunque gozaban de cierto reconocimiento social. Por eso apenas hubo cambios estilísticos en sus más de 3000 años de existencia, a lo que contribuyó la ausencia de influencias culturales exteriores debido al aislamiento geográfico del país, entre desiertos y el mar.
En Egipto la escritura era jeroglífica, utilizando como soporte el papiro. Los escribas eran los funcionarios especializados en ella. El sabio francés Champollion logró descifrarla gracias a la piedra Rosetta hallada en 1799. Los egipcios destacaron en ciencias; alcanzaron un alto grado de conocimiento pragmático del cálculo y la geometría, inventaron el calendario solar de 365 días y lograron gran desarrollo de la medicina. También fue importante su literatura. El Libro de los Muertos es un conjunto de formulas mágicas que se colocaba junto al difunto para ayudarle en el transito al más allá.
La arquitectura egipcia se caracteriza por su monumentalidad y colosalismo; sus construcciones no están hechas a proporción humana, sino divina y son excesivamente grandes y pesadas. La arquitectura está vinculada a la religión ya que es un símbolo del poder religioso y de amor al faraón, considerado un dios.
También presenta una estrecha relación con el medio geográfico. Egipto es pobre en madera, pero dispone de abundantes canteras de piedra lo que determinó que el material constructivo utilizado sea la piedra tallada de forma regular, en sillares enormes, colocados sin mezcla, para dar a sus edificios la mayor duración posible. La arquitectura es arquitrabada, con cubierta plana (adintelada), formada por bloques de piedra grandes, lo que propicia una arquitectura con predominio de líneas rectas, verticales y horizontales. Los elementos de soporte son el muro (muy grueso y en talud) y la columna, inspirada en la vegetación y cuyas formas son variadísimas:palmiforme, lotiforme, papiriforme o hathórica -una mujer con orejas de vaca- También hay columnas protodóricas precedentes de las griegas.
Apenas quedan restos de las ciudades debido a la pobreza de los materiales utilizados- paja y adobe.
Los primeros monumentos funerarios del Imperio Antiguo (2700-2250 a. de C.) son las mastabas: tumbas en forma de pirámide truncada, construidas en ladrillo que fueron primero enterramiento de faraones hasta que pasaron a ser enterrados en pirámides y luego sirvieron de tumbas para nobles y funcionarios, hechas en piedra y agrupadas en necrópolis alrededor de las pirámides. Constan de una capilla de ofrendas, que se abre a una cámara o serdab, con estatuas del ka o doble, decorada con pinturas y relieves y un pozo subterráneo que conduce a una cámara sepulcral donde se encuentra el sarcófago con el ajuar. El pozo se ciega con piedras para impedir el acceso.
Las construcciones funerarias del Imperio Antiguo más famosas son las pirámides, destinadas a enterramiento de los faraones y su familia. La primera fue la pirámide escalonada del faraón Zoser, en Saqqara, construida en piedra por superposición de seis mastabas; es el centro de un recinto funerario rectangular con otras construcciones, obra del célebre arquitecto Inhotep.
Las pirámides más famosas son las de los faraones Keops, Kefrén y Mikerinos, de la IV dinastía ( 2700 a 2500 a. de C.) en el complejo funerario de Gizeh. Realizadas en sillares de piedra, colosales (la de Keops mide 146 metros de altura) y laberínticas para hacerlas inaccesibles. Las pirámides asombran por su solidez constructiva; es la única de las siete maravillas de la Antigüedad que permanece en pie.
A partir del Imperio Medio (2050-1800 a. de C.) y especialmente durante el Imperio Nuevo (1580- 1070 a. de C) los faraones pasaron a enterrarse en hipogeos en el Valle de los Reyes. Son tumbas reales excavadas en la roca, con galerías y cámaras decoradas con pinturas y relieves. En Beni- Hassán hay ejemplos pertenecientes a las dinastías XI-XII.
Los primeros templos en el I. Antiguo estaban ligados a los complejos funerarios; eran el lugar para rezar por el muerto y llevarle ofrendas. En el I. Medio (1050-1580) se independizaron, pero no se han conservado bien. Los mejor conservados e importantes son los del Imperio Nuevo (1580-1070) dedicados a ser “vivienda de un dios” que era la función principal del templo.
La planta de un templo es rectangular y consta de las siguientes partes:
Una avenida de esfinges (esculturas con cuerpo de león y cabeza de mujer) conducía hasta la entrada del templo. Al final de esta avenida había dos obeliscos (monolitos en piedra con punta en forma de pirámide, con escritura jeroglífica, que simbolizaban un rayo de sol petrificado). Detrás estaba una gran puerta, rematada por gola y flanqueada por dos pilonos de forma trapezoidal, con muros en talud adornados con bajorrelieves. Tras la entrada se hallaba el patio hípetro -sin techo- pero con pórticos de colosales columnas, al que podía acceder el pueblo. Luego venía la parte privada del templo a la que sólo accedían los sacerdotes y algunos fieles para entregar ofrendas al dios de tamaño, altura e iluminación decrecientes, formada por la sala hipóstila, con columnas y techo, la sala de la barca sagrada que el dios utilizaba en sus viajes por el Nilo y el santuario, una cámara pequeña y oscura donde se guardaba la estatua del dios y dónde sólo podía entrar el faraón o el sumo sacerdote. El templo egipcio estaba pues jerarquizado, en tamaño, altura, luz y socialmente.
Los templos más importantes de este tipo pertenecen al Imperio Nuevo y fueron edificados por los faraones de la dinastía XVIII cerca de Tebas, como los de Karnak y Luxor.
Los templos funerarios solían ser de planta cuadrada, con antecámara y sala hipostila donde se efectuaban los ritos de purificación y momificación del faraón. Luego se trasladaba el cuerpo por una calzada hasta el santuario antes del entierro definitivo en la tumba. Constaban también de una cámara de ofrendas.
Otros templos funerarios son los speos, excavados en la roca. Los más importantes son el de la reina Hatsepsut XVIII dinastia, en Der- el Bahari con tres terrazas y columnas protodoricas. Y los de Ramses II, de la XIX dinastía, y de su esposa Nefertari en Abu Simbel, en Nubia. Cuatro colosales estatuas de Ramsés de más de 20 m. de altura decoran la fachada y su interior consta de varias salas que disminuyen en altura progresivamente. En 1968 fue trasladado pieza a pieza para salvarlo de las aguas de la presa de Asuan.
Las esculturas suelen ser en piedra, generalmente policromada, empleándose también metales y en ocasiones la madera. Los temas más representados son los dioses y los faraones con sus atributos (la doble corona, el cetro, el látigo, el úreus o serpiente sagrada sobre la frente).
La escultura egipcia está ligada a las prácticas funerarias. La mayoría de las esculturas ha sido hallada en tumbas y templos funerarios. La estatua era considerada el doble- ka- del difunto, su soporte material para garantizar la vida eterna en el caso de que el cuerpo momificado desapareciera.
Por eso es necesario que la representación de la figura sea total y que muestre sus partes más características. Esto obliga a determinados convencionalismos. La escultura está sujeta a unas reglas preestablecidas, regidas por la llamada ley de la frontalidad, representando la figura humana simultáneamente desde distintos puntos de vista: la cabeza de perfil, pero con el ojo de frente, el tronco de frente y las piernas de perfil. Las estatuas se muestran con la mirada alta y fija, su rostro no refleja sentimientos- hieratismo- y dan impresión de calma porque están totalmente inmóviles, sentadas o de pie, rígidas, con los brazos pegados al cuerpo y dispuestas en dos mitades simétricas a partir de un eje. Otro convencionalismo es el uso del color amarillo para las mujeres y rojo para los hombres. Los artistas tenían que conocer y seguir estas normas elaboradas por los sacerdotes.
También es necesario mantener la integridad de la figura y evitar roturas ya que el difunto sufriría la misma mutilación que su doble. De ahí la utilización de piedras duras y formas compactas, como la llamada estatua bloque, que junta el cuerpo, brazos y piernas para que no pudiera romperse con facilidad.
En los relieves son características la ausencia de perspectiva y la composición ordenada de escenas, lo que se ha relacionado con la influencia de la agricultura y el conocimiento de la geometría.
En el Imperio Antiguo (2700-2250 a. de C.) la escultura alcanzó gran perfección. Los rostros son retratos de gran naturalidad, llenos de vida. De la IV dinastía las mejores muestras son : la estatua funeraria sedente del faraón Kefren, las del faraón Micerinos y su esposa, las llamadas Triadas de Micerinos, entre la diosa Hathor y la diosa protectora del nomos y las estatuas sedentes de Rahotep y su esposa Nofret, procedentes de una tumba de Médium, en caliza policromada. La gran esfinge de Gizeh de 20 metros tiene el rostro del faraón Kefren.
De la V dinastía son el Escriba sentado del Museo del Louvre, en piedra caliza policromada, con ojos de cristal, que aparece en actitud de escribir con el punzón sobre el papiro y la del Cheik el Beled “ El Alcalde del Pueblo” , probablemente un sacerdote, con pupilas incrustadas. Ambos son personajes privados de gran realismo.
Las normas rígidas impuestas a las figuras de las clases sociales elevadas se relajaban o incluso desaparecían en los ushebti, pequeñas figuras de tierra cocida, piedra o madera policromada de sirvientes realizando las más variadas tareas- lavanderas, soldados, etc- que se colocaban en las tumbas para que sirvieran al difunto en el más allá.
Del Imperio Medio (2050-1800 a. de C.) son los colosos de Memnon y estatuas de los faraones Sesostris III y Amenofis III, muchas estatuas-cubo, en piedras duras.
En el Imperio Nuevo (1580- 1070 a. de C) se produjo una renovación artística durante el reinado del faraón Amenofis IV o Akhenaton de la XVIII dinastia (1352-1305 aC) que llevó a cabo una revolución monoteísta en su nueva capital, Tell el Amarna. El estilo de este periodo es muy realista; los rasgos fisicos se presentan con todo detalle, sin disimular los defectos, como en la estatua del rey con vientre y cabeza deformes y en el busto de Nefertiti, su esposa, encontrado en el taller del escultor Tutmosis, en caliza policromada, de una belleza exquisita y gran elegancia, que se halla en el Museo de Berlín.
A la muerte de Akhenaton se vuelve a los cánones clásicos, con una cierta idealización de las figuras.
Tras el imperio nuevo se desarrolla el retrato, con mayor realismo.
Las primeras manifestaciones en el Egipto predinástico son las paletas votivas como las de Narmer, en esquisto, con relieves dispuestos en fajas superpuestas en los que aparece el faraón aplastando a sus enemigos.
Generalmente son bajorrelieves policromados, de extraordinaria calidad, que decoraban las paredes de las tumbas de personajes importantes y representaban escenas de la vida cotidiana del difunto o bien servían para decorar las fachadas y el interior de los templos contando historias de la vida de los dioses o escenas conmemorativas de las campañas militares del faraón. Son muy importantes los de Ramsés II del Imperio Nuevo.
Todos ellos están sometidos a convencionalismos y reglas fijas, salvo los relieves familiares que representan a Akhenaton y Nefertiti en los que aparecen ambos en gran intimidad y realismo.
La pintura mural egipcia está sometida a las mismas reglas y convencionalismos del relieve. Las figuras carecen de profundidad y volumen, las formas son planas y la única perspectiva que existe es la jerárquica, que aumenta o disminuye el tamaño de los personajes según su importancia social. Todos los objetos están colocados en un único plano, paralelo al espectador, para poder apreciar bien los detalles.
Predominan los colores alegres y cálidos (rojo y amarillo). El color es plano y sin matices. Las figuras están dibujadas de modo muy preciso, a veces contorneadas en negro
La pintura mural al fresco tenía la misma función que el relieve y servía para decorar las paredes de las tumbas con escenas de la vida cotidiana egipcia: trabajos agrícolas, caza y pesca, banquetes, bailes etc. Son muy interesantes las pinturas de las mastabas del Imperio Antiguo , como la de Ti en Saqqara, destacando por su naturalidad las famosas Ocas de Méidun.
La pintura reemplazó a los relieves en el Imperio Nuevo en la decoración de los hipogeos de la necrópolis del valle de los Reyes en Tebas.
La pintura se usó también en la decoración de sarcófagos y la ilustración de papiros como el Libro de los muertos.
En las artes aplicadas, la cerámica, el vidrio, la orfebrería, la ebanistería y la joyeria produjeron en Egipto objetos de notable nivel técnico y calidad. Se empleaban ricos materiales- maderas de cedro, oro, plata, lapislázuli, alabastro, piedras preciosas etc- Los objetos hallados unen belleza y utilidad como los del ajuar funerario intacto de la Tumba de Tutankhamón, de finales de la Dinastía XVIII, que se encuentra en el Museo Egipcio del El Cairo, entre los que destaca la Máscara de oro.
Texto: Mª Dolores Granja en Wikillerato
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