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tipo de documento Lecciones
El siglo xvi d. C. es llamado el «Siglo de las Colonias». Vio a España y Portugal explorar el denominado "Nuevo Mundo". Con la conquista y sometimiento de los imperios Azteca, Muisca, Maya e Inca, el Imperio español extendió sus dominios desde la actual California hasta el río Biobío en Chile, siendo el imperio global más extenso durante 300 años. En general, el siglo XVI fue un período de auge económico para Europa.
España se erigió como la superpotencia de ese siglo y reunió un imperio gigantesco, con posesiones por todo el mundo. Alcanzó su apogeo al anexionar el Imperio portugués. Dominó extensísimos territorios americanos, desde los actuales Estados Unidos hasta la zona de Chile y Argentina, posesiones alrededor de África, numerosas colonias en Asia fruto de la conquista de Portugal. Además de media Italia, los Países Bajos, la Borgoña, etc.
A raíz del descubrimiento de América a finales del siglo XV, el siglo XVI prosiguió con las grandes exploraciones, principalmente españolas y portuguesas, por el Nuevo Mundo, el Pacífico, Asia, etc. España completó la primera vuelta al mundo de la Historia. La economía se globalizó, creándose un primitivo capitalismo.
En Europa, las reformas protestantes discutían la autoridad del papado y de la Iglesia católica. En Inglaterra, el autoritario Enrique VIII separó la autoridad papal de su reino, y se estableció como cabeza de la Iglesia anglicana para poder divorciarse. Estas guerras religiosas provocaron más adelante, en el siglo XVII, la guerra de los Treinta Años, que acabó con la supremacía de la Casa de Habsburgo en Europa. Mientras tanto, en Oriente Próximo, el Imperio otomano bajo Suleimán el Magnífico seguía avanzando en Europa tras la conquista del Imperio Bizantino.
El comienzo del Renacimiento español se sitúa en el primer cuarto del siglo XVI, periodo en el que personajes como Pedro Mártir de Anglería, Antonio de Nebrija o los hermanos Juan y Alfonso Valdés traen a las universidades y a la corte el nuevo espíritu de Italia.
Por lo que se refiere a la poesía, el Renacimiento significa ante todo el descubrimiento del Petrarca del Canzoniere y sus sucesores. Aunque desde el siglo XV, algunos poetas españoles habían estado al corriente de su obra (Íñigo López de Mendoza o Juan de Mena, por ejemplo), ésta no afectó de manera señalada a la poesía castellana ni en su forma ni en su contenido.
Junto a esta nueva poesía italianizante, permanece viva la tradición castellana cancioneril, con sus metros y formas propias: octosílabos, conceptismos, juegos de palabras, etc.
Éste se caracteriza por
Aunque no se dejan de lado ciertos artificios como
El amor humano
Es el tema renacentista más importante. Se continúa con la tradición de amor cortés, pero filtrado por el tratamiento que le da Petrarca y por el neoplatonismo del Dolce Stil Nuovo, que hace del amor el elemento cohesionador del cosmos. La mujer es ahora reflejo de la Belleza divina y camino de perfección hacia Dios.
El amor divino
Si al poeta del amor humano le es casi imposible consumarlo, el poeta religioso sí puede desear abiertamente y aspirar al éxtasis místico. La dificultad que estos poetas encuentran para expresar adecuadamente esta experiencia unitiva hace comprensible que hayan recurrido a los tópicos e imágenes del amor humano.
La naturaleza
Marca la pauta el bucolismo, cuyos orígenes están en los Idilios, de Teócrito, las Bucólicas, de Virgilio, la Arcadia, de Sannazaro y los Ninfali de Boccaccio. A ellos se suman dos tópicos: por un lado, el del Beatus ille horaciano, que canta la paz y el reposo en un marco natural que perfecciona al hombre y le ayuda en la conquista de la sabiduría; por otro el de la Edad de Oro, ucronía de un tiempo primigenio en el que reinaban las leyes naturales en armonía con la libertad del hombre.
La mitología
Se basa en Las metamorfosis, de Ovidio, de donde se toman seres mitológicos clásicos como símbolos de fuerzas y fenómenos naturales -así, amor es Venus; Marte, la guerra, Hércules la fuerza, etc.- y de cualidades físicas, morales y de experiencias humanas -como la belleza de Apolo, el orgullo de Ícaro, o las historias de Apolo y Dafne, Orfeo y Eurídice, Dido y Eneas-.
Lo moral
Bajo esta denominación general se agrupan varios subtemas tales como:
En la segunda mitad del siglo se produce un cambio en el uso de los recursos retóricos y expresivos no sólo por el agotamiento de ellos, sino también por un cambio de actitud frente a la obra de arte. Este cambio se sustancia en:
El principal representante de esta veta de la lírica renacentista es el sevillano Fernando de Herrera, que suele ser considerado como el término medio entre Garcilaso de la Vega y Góngora.
Nació en el seno de una de las más nobles familias españolas, en Toledo hacia 1501. Creció en la Corte y la mayor parte de su vida la pasó al servicio del Emperador. Se casó en 1525. En 1526 conoció a Isabel Freire, una dama de honor, portuguesa, de la nueva reina Isabel, quien habría de inspirar buena parte de su poesía amorosa.
En 1532 Garcilaso provocó la cólera del Emperador y fue confinado en una isla del Danubio. Esta pena quedó pronto conmutada por el destierro a Nápoles, ciudad que era uno de los centros más florecientes del humanismo y de la cultura literaria de Italia. Garcilaso conoció allí a humanistas españoles como Juan de Valdés, y a italianos de la talla de Luigi Tansillo, Pietro Bembo y Bernardo Tasso.
Murió en Niza el 14 de octubre de 1536.
La parte de su obra que se nos ha conservado comprende tres églogas, cinco canciones, dos elegías, una epístola en verso a Boscán, treinta y ocho sonetos (cuarenta si aceptamos dos que le son atribuidos en un manuscrito), algunas composiciones en metros castellanos tradicionales y cuatro poemas en latín.
Égloga II
Se cree que es la primera en orden cronológico y que fue empezada probablemente en 1.533. Cuenta los infortunios del pastor Albanio quien, habiendo amado a Camila desde la infancia, es abandonado por ella cuando él le declara su amor. Enajenado, intenta suicidarse, pero es reducido por sus compañeros Salicio y Nemoroso, quienes deciden llevarlo ante el sabio Severo. El desarrollo de la acción es interrumpido por dos relatos: el de los amores de Albanio y Camila, y el elogio de la casa de Alba que realiza Nemoroso a través de los relieves de una urna que el río Tormes muestra a Severo.
Se trata de un poema representable y, quizás, representado, si aceptamos las palabras de Cervantes:
Traemos estudiadas dos églogas, una del famoso poeta Garcilaso, y otra del excelentísimo Camoes, en su misma lengua portuguesa, las cuales hasta agora no hemos representado. (Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, cap. LVIII).
Égloga I
Escrita bajo la influencia de la muerte de Isabel Freire, marca un gran avance con respecto a la anterior.
La Ode ad florem Gnidi
Fue compuesta durante su período napolitano y es una súplica en favor de su amigo Mario Galeota dirigida a doña Violante Sanseverino. Imitación de la Oda I de Horacio, tiene una gran importancia en la historia de nuestra literatura pues introduce en el idioma español la lira, estrofa en la cual fray Luis de León y san Juan de la Cruz habían de escribir algunos de sus mejores poemas.
Se compone de tres partes fundamentales:
Los sonetos
En ellos el proceso de aprendizaje del autor puede ser trazado muy claramente desde la ligera inhabilidad de, por ejemplo, Amor, amor, un hábito vestí (XXVII), o En fin a vuestras manos he venido (II), a la madurez emocional y equilibrio estilístico de En tanto que de rosa y d' azucena (XXIII), reelaboración del carpe diem clásico, tópico que deriva de la Oda IV de Horacio, y del De rosis nascentibus de Ausonio. El poema es una invitación tranquila a disfrutar de la juventud y de la belleza mientras duren.
Las elegías
La primera, A la muerte de don Bernaldino, es una elegía consolatoria escrita en tercetos, en la que los motivos religiosos y el menosprecio del mundo (característicos del planto medieval) son sustituidos por motivos paganos y vitalistas.
En la Elegía a Boscán, éste se convierte en confidente de un Garcilaso herido por la ausencia de un amor napolitano.
La Epístola a Boscán
Compuesta en endecasílabos sueltos, es una exaltación de la amistad inspirada en la Ética de Aristóteles.
La producción en latín
Aunque buena parte se ha perdido, podemos afirmar que ésta se componía -al menos- de una serie de carmina y otra de odas. Se nos han conservado sólo cuatro textos: Ad Antonium Thylesium ode, Garsiae Lasi ode ad Genesium Sepulvedam, Garcilassi Hispani y Ad Ferdinandum de Acuña, Epigramma.
Estilo
La poesía de Garcilaso muestra una realidad estilizada, depurada. No utiliza metáforas complicadas ni recursos expresivos atrevidos.
En el aspecto métrico, prefiere el endecasílabo acentuado en sexta y, en menor medida, en octava.
El lenguaje es sencillo. Busca la claridad y la exactitud descriptiva. Aunque abundante, la adjetivación no es excesiva.
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El siglo xvi d. C. es llamado el «Siglo de las Colonias». Vio a España y Portugal explorar el denominado "Nuevo Mundo". Con la conquista y sometimiento de los imperios Azteca, Muisca, Maya e Inca, el Imperio español extendió sus dominios desde la actual California hasta el río Biobío en Chile, siendo el imperio global más extenso durante 300 años. En general, el siglo XVI fue un período de auge económico para Europa.
España se erigió como la superpotencia de ese siglo y reunió un imperio gigantesco, con posesiones por todo el mundo. Alcanzó su apogeo al anexionar el Imperio portugués. Dominó extensísimos territorios americanos, desde los actuales Estados Unidos hasta la zona de Chile y Argentina, posesiones alrededor de África, numerosas colonias en Asia fruto de la conquista de Portugal. Además de media Italia, los Países Bajos, la Borgoña, etc.
A raíz del descubrimiento de América a finales del siglo XV, el siglo XVI prosiguió con las grandes exploraciones, principalmente españolas y portuguesas, por el Nuevo Mundo, el Pacífico, Asia, etc. España completó la primera vuelta al mundo de la Historia. La economía se globalizó, creándose un primitivo capitalismo.
En Europa, las reformas protestantes discutían la autoridad del papado y de la Iglesia católica. En Inglaterra, el autoritario Enrique VIII separó la autoridad papal de su reino, y se estableció como cabeza de la Iglesia anglicana para poder divorciarse. Estas guerras religiosas provocaron más adelante, en el siglo XVII, la guerra de los Treinta Años, que acabó con la supremacía de la Casa de Habsburgo en Europa. Mientras tanto, en Oriente Próximo, el Imperio otomano bajo Suleimán el Magnífico seguía avanzando en Europa tras la conquista del Imperio Bizantino.
El comienzo del Renacimiento español se sitúa en el primer cuarto del siglo XVI, periodo en el que personajes como Pedro Mártir de Anglería, Antonio de Nebrija o los hermanos Juan y Alfonso Valdés traen a las universidades y a la corte el nuevo espíritu de Italia.
Por lo que se refiere a la poesía, el Renacimiento significa ante todo el descubrimiento del Petrarca del Canzoniere y sus sucesores. Aunque desde el siglo XV, algunos poetas españoles habían estado al corriente de su obra (Íñigo López de Mendoza o Juan de Mena, por ejemplo), ésta no afectó de manera señalada a la poesía castellana ni en su forma ni en su contenido.
Junto a esta nueva poesía italianizante, permanece viva la tradición castellana cancioneril, con sus metros y formas propias: octosílabos, conceptismos, juegos de palabras, etc.
Éste se caracteriza por
Aunque no se dejan de lado ciertos artificios como
El amor humano
Es el tema renacentista más importante. Se continúa con la tradición de amor cortés, pero filtrado por el tratamiento que le da Petrarca y por el neoplatonismo del Dolce Stil Nuovo, que hace del amor el elemento cohesionador del cosmos. La mujer es ahora reflejo de la Belleza divina y camino de perfección hacia Dios.
El amor divino
Si al poeta del amor humano le es casi imposible consumarlo, el poeta religioso sí puede desear abiertamente y aspirar al éxtasis místico. La dificultad que estos poetas encuentran para expresar adecuadamente esta experiencia unitiva hace comprensible que hayan recurrido a los tópicos e imágenes del amor humano.
La naturaleza
Marca la pauta el bucolismo, cuyos orígenes están en los Idilios, de Teócrito, las Bucólicas, de Virgilio, la Arcadia, de Sannazaro y los Ninfali de Boccaccio. A ellos se suman dos tópicos: por un lado, el del Beatus ille horaciano, que canta la paz y el reposo en un marco natural que perfecciona al hombre y le ayuda en la conquista de la sabiduría; por otro el de la Edad de Oro, ucronía de un tiempo primigenio en el que reinaban las leyes naturales en armonía con la libertad del hombre.
La mitología
Se basa en Las metamorfosis, de Ovidio, de donde se toman seres mitológicos clásicos como símbolos de fuerzas y fenómenos naturales -así, amor es Venus; Marte, la guerra, Hércules la fuerza, etc.- y de cualidades físicas, morales y de experiencias humanas -como la belleza de Apolo, el orgullo de Ícaro, o las historias de Apolo y Dafne, Orfeo y Eurídice, Dido y Eneas-.
Lo moral
Bajo esta denominación general se agrupan varios subtemas tales como:
En la segunda mitad del siglo se produce un cambio en el uso de los recursos retóricos y expresivos no sólo por el agotamiento de ellos, sino también por un cambio de actitud frente a la obra de arte. Este cambio se sustancia en:
El principal representante de esta veta de la lírica renacentista es el sevillano Fernando de Herrera, que suele ser considerado como el término medio entre Garcilaso de la Vega y Góngora.
Nació en el seno de una de las más nobles familias españolas, en Toledo hacia 1501. Creció en la Corte y la mayor parte de su vida la pasó al servicio del Emperador. Se casó en 1525. En 1526 conoció a Isabel Freire, una dama de honor, portuguesa, de la nueva reina Isabel, quien habría de inspirar buena parte de su poesía amorosa.
En 1532 Garcilaso provocó la cólera del Emperador y fue confinado en una isla del Danubio. Esta pena quedó pronto conmutada por el destierro a Nápoles, ciudad que era uno de los centros más florecientes del humanismo y de la cultura literaria de Italia. Garcilaso conoció allí a humanistas españoles como Juan de Valdés, y a italianos de la talla de Luigi Tansillo, Pietro Bembo y Bernardo Tasso.
Murió en Niza el 14 de octubre de 1536.
La parte de su obra que se nos ha conservado comprende tres églogas, cinco canciones, dos elegías, una epístola en verso a Boscán, treinta y ocho sonetos (cuarenta si aceptamos dos que le son atribuidos en un manuscrito), algunas composiciones en metros castellanos tradicionales y cuatro poemas en latín.
Égloga II
Se cree que es la primera en orden cronológico y que fue empezada probablemente en 1.533. Cuenta los infortunios del pastor Albanio quien, habiendo amado a Camila desde la infancia, es abandonado por ella cuando él le declara su amor. Enajenado, intenta suicidarse, pero es reducido por sus compañeros Salicio y Nemoroso, quienes deciden llevarlo ante el sabio Severo. El desarrollo de la acción es interrumpido por dos relatos: el de los amores de Albanio y Camila, y el elogio de la casa de Alba que realiza Nemoroso a través de los relieves de una urna que el río Tormes muestra a Severo.
Se trata de un poema representable y, quizás, representado, si aceptamos las palabras de Cervantes:
Traemos estudiadas dos églogas, una del famoso poeta Garcilaso, y otra del excelentísimo Camoes, en su misma lengua portuguesa, las cuales hasta agora no hemos representado. (Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, cap. LVIII).
Égloga I
Escrita bajo la influencia de la muerte de Isabel Freire, marca un gran avance con respecto a la anterior.
La Ode ad florem Gnidi
Fue compuesta durante su período napolitano y es una súplica en favor de su amigo Mario Galeota dirigida a doña Violante Sanseverino. Imitación de la Oda I de Horacio, tiene una gran importancia en la historia de nuestra literatura pues introduce en el idioma español la lira, estrofa en la cual fray Luis de León y san Juan de la Cruz habían de escribir algunos de sus mejores poemas.
Se compone de tres partes fundamentales:
Los sonetos
En ellos el proceso de aprendizaje del autor puede ser trazado muy claramente desde la ligera inhabilidad de, por ejemplo, Amor, amor, un hábito vestí (XXVII), o En fin a vuestras manos he venido (II), a la madurez emocional y equilibrio estilístico de En tanto que de rosa y d' azucena (XXIII), reelaboración del carpe diem clásico, tópico que deriva de la Oda IV de Horacio, y del De rosis nascentibus de Ausonio. El poema es una invitación tranquila a disfrutar de la juventud y de la belleza mientras duren.
Las elegías
La primera, A la muerte de don Bernaldino, es una elegía consolatoria escrita en tercetos, en la que los motivos religiosos y el menosprecio del mundo (característicos del planto medieval) son sustituidos por motivos paganos y vitalistas.
En la Elegía a Boscán, éste se convierte en confidente de un Garcilaso herido por la ausencia de un amor napolitano.
La Epístola a Boscán
Compuesta en endecasílabos sueltos, es una exaltación de la amistad inspirada en la Ética de Aristóteles.
La producción en latín
Aunque buena parte se ha perdido, podemos afirmar que ésta se componía -al menos- de una serie de carmina y otra de odas. Se nos han conservado sólo cuatro textos: Ad Antonium Thylesium ode, Garsiae Lasi ode ad Genesium Sepulvedam, Garcilassi Hispani y Ad Ferdinandum de Acuña, Epigramma.
Estilo
La poesía de Garcilaso muestra una realidad estilizada, depurada. No utiliza metáforas complicadas ni recursos expresivos atrevidos.
En el aspecto métrico, prefiere el endecasílabo acentuado en sexta y, en menor medida, en octava.
El lenguaje es sencillo. Busca la claridad y la exactitud descriptiva. Aunque abundante, la adjetivación no es excesiva.
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