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Tras la convocatoria de elecciones el 12 de abril de 1931 por el almirante Aznar, se cambió drásticamente de régimen, de una monarquía, a una república. El día 14 la Repúiblica fue proclamada en varias ciudades, y esa misma noche, el rey Alfonso XIII abandonaba el país.
El gobierno provisional estaba formado por socialistas, republicanos, partidos regionalistas y el PSOE. Las principales medidas llevadas a cabo fueron la reforma agraria, laboral y militar; la nueva legislación educativa contemplaba la escuala gratuita y la enseñanza mixta, lo que escandalizó a la Iglesia. Se creó el Patronato de Misiones Pedagógicas, para acercar la enseñanza a la población adulta. También se puso en marcha el Estatuto de Autonomía para Cataluña. Desde el primer día, el ambiente era tenso.
El conflicto más grave se produjo entre la Iglesia y el Estado, ya que éste se consideró laico y abandonó la financiación de la Iglesia. Esto trajo la vuelta al antiguo anticlericalismo, que llevó a la quema de conventos. Pese a todo, la campaña de elecciones a Cortes Constituyentes se realizó con normalidad, que dieron una clara victoria a la conjunción republicano-socialista.
La Constitución de 1931 se inicia con una definición de soberanía popular y consta de una extensa declaración de derechos y libertades, con un talante claramente progresista. Establecía el sufragio universal, esta vez ya también femenino, por primera vez en la historia de España.
La constitución permitía el matrimonio civil, el divorcio y la igualdad en derechos para hijos legítimos e ilegítimos.
El poder legislativo quedava exclusivamente en las Cortes, unicamerales. El poder ejecutivo reside en el presidente de la república , elegido cada seis años, y éste nombra al presidente de gobierno, y éste a sus ministros. El poder judicial quedaba en el Tribunal de Garantías Constitucionales.
Una de las novedades más importantes fue la articulación del estado, que permitía que un conjunto de provincias se contituyeran como región, pero prohibía la federación de varias comunidades autónomas.
La Segunda República se desarrolla en un marco económico estancado, algo insificiente para el Gobierno republicano, presidido por Azaña, que se disponía a realizar un programa de reformas. Hubo dos claros efectos negativos: la crisis del comercio exterior y el aumento del creciente paro. Largo Caballero introdujo algunas reformas laborales, como la Ley de Contratos de Trabajo, la Ley de Jurados Mixtos. Las reformas educativas se centraron en la creación de nueva escuelas y la eliminación de la religión católica como asignatura obligatoria. La reforma militar consistió en la reducción y modernización del ejército y la derogación de la ley de jurisdicciones.
La situación de hambre había sido afrontada con medidas urgentes por el Gobierno provisional. Se decretó el laboreo forzoso de las tierras incultas y la contratación preferente de los jornaleros de los pueblos colindantes. Los más radicales pedían la expropiación y el reparto de las tierras. La ley de Bases Para la Reforma Agraria declaraba la expropiación de tierras de origen jurisdiccional. Se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA), pero en el año 1934 solo había asentado en algunas tierras a muy pocas familias, por lo que fue un fracaso.
Desde el principio de la República, ésta había contado cpn numerosa oposición. Por la derecha, la oposición estuvo encabezada por el Partido Radical de Lerroux. por la izquierda, la CNT optó por la línea revolucionaria, al igual que el PCE. la UGT permaneció fiel al gobierno. los conflictos sociales fueron constantes, entre jornaleros y mineros anarquistas, quye fueron reprimidos por las fuerzas de orden público. por esto, el Gobierno destituyó al general Sanjurjo, por los excesos cometidos.
El 10 de agosto se produjo un intento de golpe de Estado del general Sanjurjo, la Sanjurjada, que fracasó. Esto propició la aprobación de la ley de reforma agraria y el estatuto catalán. En 1933 en el pueblo gaditano de Casas Viejas, se produjo una masacre, cuando la guardia de asalto asesinó a un grupo de anarquistas, causando un escándalo, y haciendo que el PSOE abandonara la conjunción repoublicano-socialista. Surgieron numerosos partido en la oposición. Los católicos formaron la Coalición Española de Derechas Autónomas, (CEDA) liderada por Gil Robles. Los monárquico se unieron en Renovación Española, presidida por Calvo Sotelo. La ultraderecha se agrupó en Falange Española, (FE) fundada por José Antonio Primo de rivera, hijo del dictador.
Se produjo una grve crisis política cuando miembros del gobierno no consiguieron llegar al Tribunal de Garantías Constitucionales, lo que Azaña se tomó como una moción de censura y dimitió. Se convocaron elecciones para noviembre de 1933, ganado la derecha.
El gobierno de Azaña dimitió. Las elecciones de noviembre de 1933 dieron el triunfo a las derechas; Se forma un gobierno radical presidido por Lerroux (Partido Radical) con apoyo parlamentario de la CEDA, dirigida por Gil Robles. El Bienio Radical-Cedista (1933- 1936) muy inestable realizó una política contrarreformista y reaccionaria ("bienio negro"). Principales medidas: Ley de Amnistía para todos los sublevados en el fallido golpe de Sanjurjo. Se emprende la contrarreforma agraria: para limitar la reforma agraria.
Hubo problemas con las autonomías: se suspendió el Estatuto catalán tras los sucesos de 1934; el Estatuto vasco no se aprobó.
El freno a las reformas provocó un aumento de la agitación social. En octubre de 1934 tres ministros de la CEDA entraron en el gobierno; la izquierda creyó que Gil Robles deseaba eliminar a la República por medios legales. Los socialistas convocaron una huelga general para el 5 de octubre que fracasó excepto en Asturias, donde la Alianza Obrera de socialistas, comunistas y anarquistas tomó el poder y desencadenó una revolución social y en Cataluña, donde Companys, nuevo presidente de la Generalitat, proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Ambas fueron sofocadas por el ejército de Marruecos, llevando a cabo una sangrienta represión.
El desprestigio de los lerrouxistas por el escándalo del estraperlo hizo caer al gobierno. En 1935 se abrió una profunda crisis política en el gobierno cuya única salida era la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones.
Triunfó el Frente Popular, una alianza electoral de todos los partidos de izquierda, desde los republicanos hasta los comunistas, a la que los anarquistas dieron su apoyo. Victoria frente a las derechas, agrupadas en el Bloque Nacional (CEDA, monárquicos y tradicionalistas). Una de las primeras decisiones de la mayoría frentepopulista es la destitución del Presidente de la República, Alcalá Zamora, cuyo cargo es ocupado a partir de ahora por Manuel Azaña. Santiago Casares Quiroga ocupa la presidencia del gobierno, formado exclusivamente por políticos republicanos.
Se inicio inmediatamente la acción reformista: decretó la amnistía para los presos políticos, el restablecimiento de la Generalitat de Cataluña y reanudó las reformas progresistas, como la agraria, con el descontento de la oligarquía que veía peligrar su poder. Los sindicatos protagonizaron huelgas y conflictos en el campo, ocupándose fincas.
La vida política se radicalizó; los militantes de Falange Española realizaron actos violentos y asesinatos para desestabilizar la situación; hubo frecuentes luchas callejeras entre ellos y militantes obreros. Calvo Sotelo (Bloque Nacional) fue asesinado en un ajuste de cuentas y en Melilla el 17 de julio de 1936 hubo un alzamiento militar, que dio origen a la Guerra Civil.
El levantamiento militar del 18 de junio fracasó en su intento de apoderarse de toda España. Unas semanas más tarde y tras el fracaso de los sublevados en Madrid, Barcelona y Valencia, se estabilizó el frente en ambas zonas iniciandose así la Guerra Civil.
Los militares sublevados no consiguieron alcanzar su objetivo principal de apoderarse del punto neurálgico del poder, Madrid, ni de las grandes ciudades, como Barcelona, Valencia, Bilbao, Málaga o Murcia (aunque sí controlaban Sevilla, Valladolid, Zaragoza y Córdoba), pero dominaban cerca de la mitad del territorio español, ya que controlaban prácticamente el tercio norte peninsular (Galicia, León, Castilla la Vieja, Álava, Navarra, gran parte de la provincia de Cáceres, incluida la capital, y la mitad occidental de Aragón, incluyendo las tres capitales provinciales), menos la franja cantábrica formada por Asturias, Santander, Vizcaya y Guipúzcoa, que quedó aislada del resto de la zona republicana, y Cataluña.
Además dominaban las ciudades andaluzas de Sevilla (donde el general Gonzalo Queipo de Llano se hace con inusitada determinación con el mando de la 2.ª División Orgánica), Córdoba y Cádiz conectadas entre sí por una estrecha franja (así como la ciudad de Granada, pero aislada del resto), más todo el Protectorado de Marruecos y los dos archipiélagos, Canarias (menos la isla de La Palma) y Baleares (excepto Menorca).
Fuera de esta área controlaban determinados lugares y puntos de resistencia aislados dentro de la zona republicana como la ciudad de Oviedo (que soportó un asedio por parte de los republicanos durante 90 días, hasta la entrada de las tropas franquistas el 17 de octubre), el cuartel de Simancas en Gijón, el Alcázar de Toledo o el santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar.
Aunque se trata de un tema muy controvertido, la mayoría de los historiadores calculan que un 70 % de los 15 000 jefes y oficiales en activo en 1936 combatieron en el bando sublevado (1236 fueron fusilados o encarcelados por ser desafectos al bando vencedor en cada lugar), mientras que, por el contrario, la mayor parte de los 100 generales no se sublevaron. De los 210 000 soldados de tropa y suboficiales que teóricamente formaban el ejército regular en 1936, unos 120 000 quedaron en la zona sublevada, pero lo más decisivo fue que entre ellos se encontraban los 47 000 que formaban el Ejército de África que constituían las mejores tropas del ejército español. La Guardia Civil, por su parte, quedó muy dividida entre los leales y los rebeldes a la República.
La «guerra de España» (como la llamó la prensa internacional) tuvo una repercusión inmediata en las complicadas relaciones internacionales de la segunda mitad de la década de los años treinta.243 En Europa existía una pugna política, diplomática, ideológica y estratégica a tres bandas entre las potencias democráticas, Gran Bretaña y Francia; las potencias fascistas, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini; y la Unión Soviética de Stalin; y el «asunto español» fue enfocado por cada Estado europeo desde sus intereses concretos.
Los regímenes fascistas europeos (Alemania e Italia) y el Portugal salazarista apoyaron desde el principio a los militares sublevados, mientras que la República, tras negarle su ayuda Francia y Gran Bretaña que optaron por la política de No Intervención, obtuvo el apoyo de la URSS y de las Brigadas Internacionales a partir de octubre de 1936, siendo estas de mayoría ciudadanos franceses. Este «apoyo internacional a los dos bandos fue vital para combatir y continuar la guerra en los primeros meses. La ayuda italo-germana permitió a los militares sublevados trasladar el Ejército de África a la península a finales de julio de 1936 y la ayuda soviética contribuyó de modo decisivo a la defensa republicana de Madrid en noviembre de 1936».
El número de víctimas civiles aún se discute. Algunos afirman que la cifra se situaría entre 500 000 y 1 000 000 de personas.3 Muchas de estas muertes no fueron debidas a los combates, sino a la represión en forma de ejecuciones sumarias y paseos. Esta se llevó a cabo en el bando sublevado de manera sistemática y por orden de sus superiores, mientras en el bando republicano se produjo de manera descontrolada en momentos en que el gobierno perdió el control de las masas armadas.
El pago del gasto de la guerra por ambos bandos fue muy elevado. El haber usado el gobierno republicano las reservas de oro para comprar armamento acabó con las reservas monetarias de la zona republicana. El bando sublevado tuvo que abonar mucho dinero tras finalizar el conflicto, en gran parte dejando que Alemania explotara las reservas mineras de la Península y del África española del momento, por lo que hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial casi no tuvieron posibilidad alguna de obtener ingresos. España había quedado devastada en algunas zonas, con pueblos totalmente asolados.
Tras la guerra, la represión franquista inició un proceso represivo contra el bando perdedor, iniciándose una limpieza de la que fue llamada «la España roja» y contra cualquier elemento relacionado con la República, lo que condujo a muchos al exilio o la muerte, produciéndose el robo de bebés de padres republicanos, que aún a día de hoy desconocen, en muchos casos, su identidad. Durante ese tiempo, hablar de democracia, república o marxismo era ilegal y perseguible.
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Tras la convocatoria de elecciones el 12 de abril de 1931 por el almirante Aznar, se cambió drásticamente de régimen, de una monarquía, a una república. El día 14 la Repúiblica fue proclamada en varias ciudades, y esa misma noche, el rey Alfonso XIII abandonaba el país.
El gobierno provisional estaba formado por socialistas, republicanos, partidos regionalistas y el PSOE. Las principales medidas llevadas a cabo fueron la reforma agraria, laboral y militar; la nueva legislación educativa contemplaba la escuala gratuita y la enseñanza mixta, lo que escandalizó a la Iglesia. Se creó el Patronato de Misiones Pedagógicas, para acercar la enseñanza a la población adulta. También se puso en marcha el Estatuto de Autonomía para Cataluña. Desde el primer día, el ambiente era tenso.
El conflicto más grave se produjo entre la Iglesia y el Estado, ya que éste se consideró laico y abandonó la financiación de la Iglesia. Esto trajo la vuelta al antiguo anticlericalismo, que llevó a la quema de conventos. Pese a todo, la campaña de elecciones a Cortes Constituyentes se realizó con normalidad, que dieron una clara victoria a la conjunción republicano-socialista.
La Constitución de 1931 se inicia con una definición de soberanía popular y consta de una extensa declaración de derechos y libertades, con un talante claramente progresista. Establecía el sufragio universal, esta vez ya también femenino, por primera vez en la historia de España.
La constitución permitía el matrimonio civil, el divorcio y la igualdad en derechos para hijos legítimos e ilegítimos.
El poder legislativo quedava exclusivamente en las Cortes, unicamerales. El poder ejecutivo reside en el presidente de la república , elegido cada seis años, y éste nombra al presidente de gobierno, y éste a sus ministros. El poder judicial quedaba en el Tribunal de Garantías Constitucionales.
Una de las novedades más importantes fue la articulación del estado, que permitía que un conjunto de provincias se contituyeran como región, pero prohibía la federación de varias comunidades autónomas.
La Segunda República se desarrolla en un marco económico estancado, algo insificiente para el Gobierno republicano, presidido por Azaña, que se disponía a realizar un programa de reformas. Hubo dos claros efectos negativos: la crisis del comercio exterior y el aumento del creciente paro. Largo Caballero introdujo algunas reformas laborales, como la Ley de Contratos de Trabajo, la Ley de Jurados Mixtos. Las reformas educativas se centraron en la creación de nueva escuelas y la eliminación de la religión católica como asignatura obligatoria. La reforma militar consistió en la reducción y modernización del ejército y la derogación de la ley de jurisdicciones.
La situación de hambre había sido afrontada con medidas urgentes por el Gobierno provisional. Se decretó el laboreo forzoso de las tierras incultas y la contratación preferente de los jornaleros de los pueblos colindantes. Los más radicales pedían la expropiación y el reparto de las tierras. La ley de Bases Para la Reforma Agraria declaraba la expropiación de tierras de origen jurisdiccional. Se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA), pero en el año 1934 solo había asentado en algunas tierras a muy pocas familias, por lo que fue un fracaso.
Desde el principio de la República, ésta había contado cpn numerosa oposición. Por la derecha, la oposición estuvo encabezada por el Partido Radical de Lerroux. por la izquierda, la CNT optó por la línea revolucionaria, al igual que el PCE. la UGT permaneció fiel al gobierno. los conflictos sociales fueron constantes, entre jornaleros y mineros anarquistas, quye fueron reprimidos por las fuerzas de orden público. por esto, el Gobierno destituyó al general Sanjurjo, por los excesos cometidos.
El 10 de agosto se produjo un intento de golpe de Estado del general Sanjurjo, la Sanjurjada, que fracasó. Esto propició la aprobación de la ley de reforma agraria y el estatuto catalán. En 1933 en el pueblo gaditano de Casas Viejas, se produjo una masacre, cuando la guardia de asalto asesinó a un grupo de anarquistas, causando un escándalo, y haciendo que el PSOE abandonara la conjunción repoublicano-socialista. Surgieron numerosos partido en la oposición. Los católicos formaron la Coalición Española de Derechas Autónomas, (CEDA) liderada por Gil Robles. Los monárquico se unieron en Renovación Española, presidida por Calvo Sotelo. La ultraderecha se agrupó en Falange Española, (FE) fundada por José Antonio Primo de rivera, hijo del dictador.
Se produjo una grve crisis política cuando miembros del gobierno no consiguieron llegar al Tribunal de Garantías Constitucionales, lo que Azaña se tomó como una moción de censura y dimitió. Se convocaron elecciones para noviembre de 1933, ganado la derecha.
El gobierno de Azaña dimitió. Las elecciones de noviembre de 1933 dieron el triunfo a las derechas; Se forma un gobierno radical presidido por Lerroux (Partido Radical) con apoyo parlamentario de la CEDA, dirigida por Gil Robles. El Bienio Radical-Cedista (1933- 1936) muy inestable realizó una política contrarreformista y reaccionaria ("bienio negro"). Principales medidas: Ley de Amnistía para todos los sublevados en el fallido golpe de Sanjurjo. Se emprende la contrarreforma agraria: para limitar la reforma agraria.
Hubo problemas con las autonomías: se suspendió el Estatuto catalán tras los sucesos de 1934; el Estatuto vasco no se aprobó.
El freno a las reformas provocó un aumento de la agitación social. En octubre de 1934 tres ministros de la CEDA entraron en el gobierno; la izquierda creyó que Gil Robles deseaba eliminar a la República por medios legales. Los socialistas convocaron una huelga general para el 5 de octubre que fracasó excepto en Asturias, donde la Alianza Obrera de socialistas, comunistas y anarquistas tomó el poder y desencadenó una revolución social y en Cataluña, donde Companys, nuevo presidente de la Generalitat, proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Ambas fueron sofocadas por el ejército de Marruecos, llevando a cabo una sangrienta represión.
El desprestigio de los lerrouxistas por el escándalo del estraperlo hizo caer al gobierno. En 1935 se abrió una profunda crisis política en el gobierno cuya única salida era la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones.
Triunfó el Frente Popular, una alianza electoral de todos los partidos de izquierda, desde los republicanos hasta los comunistas, a la que los anarquistas dieron su apoyo. Victoria frente a las derechas, agrupadas en el Bloque Nacional (CEDA, monárquicos y tradicionalistas). Una de las primeras decisiones de la mayoría frentepopulista es la destitución del Presidente de la República, Alcalá Zamora, cuyo cargo es ocupado a partir de ahora por Manuel Azaña. Santiago Casares Quiroga ocupa la presidencia del gobierno, formado exclusivamente por políticos republicanos.
Se inicio inmediatamente la acción reformista: decretó la amnistía para los presos políticos, el restablecimiento de la Generalitat de Cataluña y reanudó las reformas progresistas, como la agraria, con el descontento de la oligarquía que veía peligrar su poder. Los sindicatos protagonizaron huelgas y conflictos en el campo, ocupándose fincas.
La vida política se radicalizó; los militantes de Falange Española realizaron actos violentos y asesinatos para desestabilizar la situación; hubo frecuentes luchas callejeras entre ellos y militantes obreros. Calvo Sotelo (Bloque Nacional) fue asesinado en un ajuste de cuentas y en Melilla el 17 de julio de 1936 hubo un alzamiento militar, que dio origen a la Guerra Civil.
El levantamiento militar del 18 de junio fracasó en su intento de apoderarse de toda España. Unas semanas más tarde y tras el fracaso de los sublevados en Madrid, Barcelona y Valencia, se estabilizó el frente en ambas zonas iniciandose así la Guerra Civil.
Los militares sublevados no consiguieron alcanzar su objetivo principal de apoderarse del punto neurálgico del poder, Madrid, ni de las grandes ciudades, como Barcelona, Valencia, Bilbao, Málaga o Murcia (aunque sí controlaban Sevilla, Valladolid, Zaragoza y Córdoba), pero dominaban cerca de la mitad del territorio español, ya que controlaban prácticamente el tercio norte peninsular (Galicia, León, Castilla la Vieja, Álava, Navarra, gran parte de la provincia de Cáceres, incluida la capital, y la mitad occidental de Aragón, incluyendo las tres capitales provinciales), menos la franja cantábrica formada por Asturias, Santander, Vizcaya y Guipúzcoa, que quedó aislada del resto de la zona republicana, y Cataluña.
Además dominaban las ciudades andaluzas de Sevilla (donde el general Gonzalo Queipo de Llano se hace con inusitada determinación con el mando de la 2.ª División Orgánica), Córdoba y Cádiz conectadas entre sí por una estrecha franja (así como la ciudad de Granada, pero aislada del resto), más todo el Protectorado de Marruecos y los dos archipiélagos, Canarias (menos la isla de La Palma) y Baleares (excepto Menorca).
Fuera de esta área controlaban determinados lugares y puntos de resistencia aislados dentro de la zona republicana como la ciudad de Oviedo (que soportó un asedio por parte de los republicanos durante 90 días, hasta la entrada de las tropas franquistas el 17 de octubre), el cuartel de Simancas en Gijón, el Alcázar de Toledo o el santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar.
Aunque se trata de un tema muy controvertido, la mayoría de los historiadores calculan que un 70 % de los 15 000 jefes y oficiales en activo en 1936 combatieron en el bando sublevado (1236 fueron fusilados o encarcelados por ser desafectos al bando vencedor en cada lugar), mientras que, por el contrario, la mayor parte de los 100 generales no se sublevaron. De los 210 000 soldados de tropa y suboficiales que teóricamente formaban el ejército regular en 1936, unos 120 000 quedaron en la zona sublevada, pero lo más decisivo fue que entre ellos se encontraban los 47 000 que formaban el Ejército de África que constituían las mejores tropas del ejército español. La Guardia Civil, por su parte, quedó muy dividida entre los leales y los rebeldes a la República.
La «guerra de España» (como la llamó la prensa internacional) tuvo una repercusión inmediata en las complicadas relaciones internacionales de la segunda mitad de la década de los años treinta.243 En Europa existía una pugna política, diplomática, ideológica y estratégica a tres bandas entre las potencias democráticas, Gran Bretaña y Francia; las potencias fascistas, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini; y la Unión Soviética de Stalin; y el «asunto español» fue enfocado por cada Estado europeo desde sus intereses concretos.
Los regímenes fascistas europeos (Alemania e Italia) y el Portugal salazarista apoyaron desde el principio a los militares sublevados, mientras que la República, tras negarle su ayuda Francia y Gran Bretaña que optaron por la política de No Intervención, obtuvo el apoyo de la URSS y de las Brigadas Internacionales a partir de octubre de 1936, siendo estas de mayoría ciudadanos franceses. Este «apoyo internacional a los dos bandos fue vital para combatir y continuar la guerra en los primeros meses. La ayuda italo-germana permitió a los militares sublevados trasladar el Ejército de África a la península a finales de julio de 1936 y la ayuda soviética contribuyó de modo decisivo a la defensa republicana de Madrid en noviembre de 1936».
El número de víctimas civiles aún se discute. Algunos afirman que la cifra se situaría entre 500 000 y 1 000 000 de personas.3 Muchas de estas muertes no fueron debidas a los combates, sino a la represión en forma de ejecuciones sumarias y paseos. Esta se llevó a cabo en el bando sublevado de manera sistemática y por orden de sus superiores, mientras en el bando republicano se produjo de manera descontrolada en momentos en que el gobierno perdió el control de las masas armadas.
El pago del gasto de la guerra por ambos bandos fue muy elevado. El haber usado el gobierno republicano las reservas de oro para comprar armamento acabó con las reservas monetarias de la zona republicana. El bando sublevado tuvo que abonar mucho dinero tras finalizar el conflicto, en gran parte dejando que Alemania explotara las reservas mineras de la Península y del África española del momento, por lo que hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial casi no tuvieron posibilidad alguna de obtener ingresos. España había quedado devastada en algunas zonas, con pueblos totalmente asolados.
Tras la guerra, la represión franquista inició un proceso represivo contra el bando perdedor, iniciándose una limpieza de la que fue llamada «la España roja» y contra cualquier elemento relacionado con la República, lo que condujo a muchos al exilio o la muerte, produciéndose el robo de bebés de padres republicanos, que aún a día de hoy desconocen, en muchos casos, su identidad. Durante ese tiempo, hablar de democracia, república o marxismo era ilegal y perseguible.
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