Was kann ich tun?
tipo de documento Lecciones
Entre 1936 y 1939 se desarrolló una literatura de propaganda ideológica: el poema se convirtió en un arma de lucha. Desde el fin de la guerra hasta la actualidad, la poesía ha atravesado por momentos muy dispares: las circunstancias histórico-sociales de la vida española han determinado las distintas orientaciones.
La Guerra Civil y la dictadura provocaron el exilio de numerosos artistas. Entre ellos: Salinas, Cernuda, Guillén, Alberti, Altolaguirre y Prados. También Juan Ramón Jiménez compuso en el destierro sus últimas obras. Los poetas del exilio siguieron caminos diversos, pero en las producciones de todos ellos sobresale, cargado de angustia, el tema de España.
Como poeta destacado señalamos a León Felipe con sus obras: Versos y oraciones del caminante, Drop a Star y Español del éxodo y del llanto.
Componen este grupo los poetas nacidos entre 1909 y 1922, que padecieron la guerra en plena juventud. Tras la guerra, se marcan las dos grandes tendencias poéticas de los años cuarenta: poesía arraigada, que se manifiesta en forma de neoclasicismo garcilasista, y poesía desarraigada o existencial, de tono trágico y expresión más sencilla.
Esta poesía se caracteriza por la expresión ordenada y la preferencia por las formas clásicas. Los temas son el paisaje, el amor, el firme sentimiento religioso, España y Castilla, temas cotidianos, gestas heroicas, etc. Los poetas de la poesía arraigada se agrupan en torno a dos revistas: Escorial y Garcilaso.
Fundada en 1940 por Dionisio Ridruejo. Está compuesto por Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero y Dionisio Ridruejo. Se caracterizan por una vuelta al intimismo y a una poesía arraigada con la tierra natal, la familia y Dios. Formalmente, se muestran clasicistas y sienten predilección por el soneto. El lenguaje poético es sencillo. Destacamos La casa encendida de Luis Rosales y Escrito a cada instante de Leopoldo Panero.
Fundada en 1943 por José García Nieto y en torno a ella se agrupan: Jesús Juan Garcés, Jesús Revuelta, Pedro de Lorenzo y el propio García Nieto. Se trata de una poesía oficial al servicio del régimen. José García Nieto es la figura más destacada. En sus primeros libros se aprecia una poesía amorosa (Víspera hacia ti, Tú y yo sobre la tierra). Posteriormente, evoluciona hacia un mayor intimismo: Geografía es amor.
Surge en 1944 tras la publicación de dos importantes obras: Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre e Hijos de la ira, de Dámaso Alonso y el nacimiento la revista Espadaña ese mismo año, fundada por Victoriano Crémer, Eugenio de Nora y Antonio G. de Lama. En los temas aparece una religiosidad conflictiva, llena de dudas y desesperación, que se expresa mediante invocaciones a Dios como responsable del dolor humano; también se refleja el tema del hambre, la represión, la injusticia, etc. Dentro de este grupo, podríamos citar a: Victoriano Crémer, en Tacto sonoro (1944) y Caminos de mi sangre (1946). Gabriel Celaya, en Tranquilamente hablando (1947). José Hierro Tierra sin nosotros (1947) y Alegría (1947). Blas de Otero, en Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951). Eugenio de Nora, con Pueblo cautivo (1946).
Al mismo tiempo surgen movimientos minoritarios que serán relevantes más tardíamente: el vanguardismo de los postistas y el esteticismo del grupo Cántico.
En torno a 1950 la poesía existencial evoluciona hacia la poesía social, se pasa de expresar la angustia individual a manifestar la solidaridad con los demás. Esta poesía pretende mostrar la verdadera realidad del ser humano y del país. Es un medio para cambiar la sociedad. Los temas son la alienación, la injusticia y la solidaridad. Es decir, plantea temas que afectan a la colectividad más que al propio poeta. El estilo es sencillo, cercano al lenguaje coloquial, a veces prosaico y muy expresivo, pues pretende llegar a la inmensa mayoría.
Los más destacados poetas sociales fueron Blas de Otero, Gabriel Celaya y José Hierro.
Su poesía refleja la evolución de la poesía en esa época: del existencialismo desarraigado, a la poesía social comprometida y la renovación poética.
José Hierro es una de las figuras más destacadas en el ámbito de la poesía social de los años cincuenta. Desde sus primeros libros -Tierra sin nosotros (1947), Alegría (1947)- está presente el paso del tiempo y las pérdidas que produce. Con Quinta del 42 (1952) y Cuanto sé de mí (1957), Hierro se aproxima a la poesía. Con Libro de las alucinaciones (1964) se inicia su última etapa, en la que se hablará vagamente de emociones que la acercan a la poesía de la experiencia de los años 60.
Este nuevo grupo de poetas, nacidos entre 1924 y 1936, y unidos entre sí por lazos de amistad, comienza a publicar a finales de la década de los cincuenta. Son «los niños de la guerra». Rechazan la intención política de la poesía anterior. Se interesan más por lo personal; en sus textos cobra mayor importancia el elemento autobiográfico.
La nómina de la promoción de los sesenta es muy extensa. Podemos señalar como autores más representativos a Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, José María Valverde, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines, Félix Grande, Carlos Sahagún y Claudio Rodríguez.
Autor único, ajeno a toda tendencia establecida, aunque su poesía está marcada por el intimismo.
Etapas:
En los años cincuenta se había inclinado por la visión crítica de Áspero mundo (1956). Esta tendencia continúa en Grado elemental (1962) y Tratado de urbanismo (1967) y responde a un compromiso ético tanto desde las vivencias personales como desde el testimonio social y de queja. En 1968, reunió su obra en Palabra sobre palabra, donde aborda el tema amoroso.
El autor que mejor ilustra el cambio poético de los años sesenta. Su poesía está basada en experiencias personales evocadas desde la distancia que impone el paso del tiempo. Sus poemas incorporan su vida cotidiana y privada, pero desde la mirada escéptica de un yo observador. Combina el lenguaje conversacional y antirretórico con la expresión precisa y elegante.
En Las personas del verbo (1975), Gil de Biedma agrupó estos tres libros:
Además, publicó A favor de Venus (1965), un conjunto de poemas amorosos, de fuerte carga erótica, en los que deja de lado los convencionalismos.
Texto:
Imágenes:
Entre 1936 y 1939 se desarrolló una literatura de propaganda ideológica: el poema se convirtió en un arma de lucha. Desde el fin de la guerra hasta la actualidad, la poesía ha atravesado por momentos muy dispares: las circunstancias histórico-sociales de la vida española han determinado las distintas orientaciones.
La Guerra Civil y la dictadura provocaron el exilio de numerosos artistas. Entre ellos: Salinas, Cernuda, Guillén, Alberti, Altolaguirre y Prados. También Juan Ramón Jiménez compuso en el destierro sus últimas obras. Los poetas del exilio siguieron caminos diversos, pero en las producciones de todos ellos sobresale, cargado de angustia, el tema de España.
Como poeta destacado señalamos a León Felipe con sus obras: Versos y oraciones del caminante, Drop a Star y Español del éxodo y del llanto.
Componen este grupo los poetas nacidos entre 1909 y 1922, que padecieron la guerra en plena juventud. Tras la guerra, se marcan las dos grandes tendencias poéticas de los años cuarenta: poesía arraigada, que se manifiesta en forma de neoclasicismo garcilasista, y poesía desarraigada o existencial, de tono trágico y expresión más sencilla.
Esta poesía se caracteriza por la expresión ordenada y la preferencia por las formas clásicas. Los temas son el paisaje, el amor, el firme sentimiento religioso, España y Castilla, temas cotidianos, gestas heroicas, etc. Los poetas de la poesía arraigada se agrupan en torno a dos revistas: Escorial y Garcilaso.
Fundada en 1940 por Dionisio Ridruejo. Está compuesto por Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero y Dionisio Ridruejo. Se caracterizan por una vuelta al intimismo y a una poesía arraigada con la tierra natal, la familia y Dios. Formalmente, se muestran clasicistas y sienten predilección por el soneto. El lenguaje poético es sencillo. Destacamos La casa encendida de Luis Rosales y Escrito a cada instante de Leopoldo Panero.
Fundada en 1943 por José García Nieto y en torno a ella se agrupan: Jesús Juan Garcés, Jesús Revuelta, Pedro de Lorenzo y el propio García Nieto. Se trata de una poesía oficial al servicio del régimen. José García Nieto es la figura más destacada. En sus primeros libros se aprecia una poesía amorosa (Víspera hacia ti, Tú y yo sobre la tierra). Posteriormente, evoluciona hacia un mayor intimismo: Geografía es amor.
Surge en 1944 tras la publicación de dos importantes obras: Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre e Hijos de la ira, de Dámaso Alonso y el nacimiento la revista Espadaña ese mismo año, fundada por Victoriano Crémer, Eugenio de Nora y Antonio G. de Lama. En los temas aparece una religiosidad conflictiva, llena de dudas y desesperación, que se expresa mediante invocaciones a Dios como responsable del dolor humano; también se refleja el tema del hambre, la represión, la injusticia, etc. Dentro de este grupo, podríamos citar a: Victoriano Crémer, en Tacto sonoro (1944) y Caminos de mi sangre (1946). Gabriel Celaya, en Tranquilamente hablando (1947). José Hierro Tierra sin nosotros (1947) y Alegría (1947). Blas de Otero, en Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951). Eugenio de Nora, con Pueblo cautivo (1946).
Al mismo tiempo surgen movimientos minoritarios que serán relevantes más tardíamente: el vanguardismo de los postistas y el esteticismo del grupo Cántico.
En torno a 1950 la poesía existencial evoluciona hacia la poesía social, se pasa de expresar la angustia individual a manifestar la solidaridad con los demás. Esta poesía pretende mostrar la verdadera realidad del ser humano y del país. Es un medio para cambiar la sociedad. Los temas son la alienación, la injusticia y la solidaridad. Es decir, plantea temas que afectan a la colectividad más que al propio poeta. El estilo es sencillo, cercano al lenguaje coloquial, a veces prosaico y muy expresivo, pues pretende llegar a la inmensa mayoría.
Los más destacados poetas sociales fueron Blas de Otero, Gabriel Celaya y José Hierro.
Su poesía refleja la evolución de la poesía en esa época: del existencialismo desarraigado, a la poesía social comprometida y la renovación poética.
José Hierro es una de las figuras más destacadas en el ámbito de la poesía social de los años cincuenta. Desde sus primeros libros -Tierra sin nosotros (1947), Alegría (1947-) está presente el paso del tiempo y las pérdidas que produce. Con Quinta del 42 (1952) y Cuanto sé de mí (1957), Hierro se aproxima a la poesía. Con Libro de las alucinaciones (1964) se inicia su última etapa, en la que se hablará vagamente de emociones que la acercan a la poesía de la experiencia de los años 60.
Este nuevo grupo de poetas, nacidos entre 1924 y 1936, y unidos entre sí por lazos de amistad, comienza a publicar a finales de la década de los cincuenta. Son «los niños de la guerra». Rechazan la intención política de la poesía anterior. Se interesan más por lo personal; en sus textos cobra mayor importancia el elemento autobiográfico.
La nómina de la promoción de los sesenta es muy extensa. Podemos señalar como autores más representativos a Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, José María Valverde, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines, Félix Grande, Carlos Sahagún y Claudio Rodríguez.
Autor único, ajeno a toda tendencia establecida, aunque su poesía está marcada por el intimismo.
Etapas:
En los años cincuenta se había inclinado por la visión crítica de Áspero mundo (1956). Esta tendencia continúa en Grado elemental (1962) y Tratado de urbanismo (1967) y responde a un compromiso ético tanto desde las vivencias personales como desde el testimonio social y de queja. En 1968, reunió su obra en Palabra sobre palabra, donde aborda el tema amoroso.
El autor que mejor ilustra el cambio poético de los años sesenta. Su poesía está basada en experiencias personales evocadas desde la distancia que impone el paso del tiempo. Sus poemas incorporan su vida cotidiana y privada, pero desde la mirada escéptica de un yo observador. Combina el lenguaje conversacional y antirretórico con la expresión precisa y elegante.
En Las personas del verbo (1975), Gil de Biedma agrupó estos tres libros:
Además, publicó A favor de Venus (1965), un conjunto de poemas amorosos, de fuerte carga erótica, en los que deja de lado los convencionalismos.
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