La derivación es uno de los procedimientos de formación de palabras, y permite a las lenguas designar conceptos relacionados semánticamente con otros (que en cierto sentido son considerados como primitivos), típicamente añadiendo afijos (e.j cuchillada de cuchillo). En ciertas familias de lenguas, muy notablemente las semíticas, como el árabe, además de por medio de afijos, se pueden formar derivados por medio de patrones que modifican también las vocales internas a la raíz, por ello se habla en estas lenguas de raíces formadas por consonantes (habitualmente tres), mientras que las vocales no se consideran parte de la raíz. La derivación permite que el léxico designe numerosos sentidos a partir de un número mucho más reducido de raíces o lexemas. En muchas lenguas, la derivación es la principal fuente de nuevas palabras, aunque también hay lenguas sin derivación, principalmente lenguas aislantes, que tienden a usar más la composición. La derivación contrasta con la flexión: ambas usan morfemas añadidos a la raíz para expresar diferencias, pero la flexión no comporta cambio de referentes sino que las marcas añadidas tienen un fin estrictamente gramatical. La derivación es transparente para la sintaxis, la flexión no. Además la derivación con frecuencia comporta cambio de categoría gramatical (por ej. el verbo materializar deriva del adjetivo material, el cual a su vez deriva del sustantivo materia), mientras que en la flexión siempre se mantiene la categoría gramatical (por ej. las formas flexivas canto, cantaban, cantando son siempre verbales; las formas enfermero, enfermeras son siempre sustantivos). Por otro lado la derivación se parece en cuanto a los cambios de significado a la composición, con la diferencia de que mientras la derivación usa afijos sin significado propio (como -izar añadido a material para formar materializar), en la composición se juntan morfemas que aislados ya tienen significado (como tela y araña en telaraña).
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