El storytelling es la capacidad de contar historias, el arte de contar historias para hacer llegar al público una idea. Surge como tal en Estados Unidos en los años noventa y llega a Europa diez años más tarde, pero los antecedentes directos de “este arte de la oratoria” se encuentra en los años 80.

Para evitar el oscurantismo de información del presidente Nixon que trajo consigo el Watergate teniendo a la prensa como enemigo, Ronald Reagan decide controlar la opinión pública entendiendo la importancia de dominar la prensa. Es así como en el año 1984, Reagan cuenta con spin doctors, asesores de comunicación (Office of Comunications). Este paradigma comunicativo cambia con Clinton en los años 90 donde surgen los story spinners, encargados de confeccionar historias.

El autor del libro Storytelling, Salmon, los compara con los griots africanos que preparan una historia para hacer llegar a la gente, al pueblo en este caso, un pensamiento o una idea. Estos nuevos gurús del storytelling no sólo crearon historias en la política, sino que en otros ámbitos como el marketing en el que es fundamental.

En el estudio que hace Naomi Klein de No Logo sobre la crisis de las marcas de los 80, en los noventa el autor resalta que las empresas no sólo deben producir una imagen sino que su marca debe contar una historia, ya bien sea sobre los valores de esa marca, como ocurre con Cocacola; sobre su fundador, Steve Jobs de Apple; o sobre la historia en sí de la marca como pone el autor sobre la licorería escocesa.

El storytelling es una nueva filosofía de gestión dentro del management. las empresas ya no sólo se ocupan de producir, sino como ocurre con las Relaciones Públicas, también de informar, gestionar emociones o crear un relato compartido.

En un mundo globalizado, las historias son portadoras de ideas, costumbres e incluso instruyen a vivir. Los call-centers aparecen en los años 90 en la India. Son teleoperadores indios que se hacen pasar por ciudadanos estadounidenses cambiando sus nombres. Durante las horas de trabajo atienden las llamadas que muchos clientes hacen a la empresa americana para informarse del producto o transmitir sus quejas. Esta nueva clase de empleados que trabajan a miles de kilómetros de distancia han aprendido a poner acento americano, hablar de béisbol. Han aprendido a ser americanos a través de películas y de historias.