Que puis-je faire ?
tipo de documento Lecciones
El turno de partidos se mantuvo hasta 1917 pero con dificultades. Los partidos se fragmentaron a la muerte de Cánovas (1897) y Sagasta (1903), sustituidos por líderes de menor talla, lo que originó inestabilidad política con crisis ministeriales continuas, que el rey trató de resolver interviniendo activamente en los cambios de gobierno. El primer intento regeneracionista fue el de Silvela, sucesor de Cánovas en el Partido Conservador; Fernández Villaverde, ministro de Hacienda, logró superar el déficit económico causado por la pérdida de las colonias. Antonio Maura, sucesor de Silvela, presidió dos gobiernos (1903-1904 y 1907-1909) en los que intentó la “revolución desde arriba” con el objetivo del “descuaje del caciquismo” y la incorporación de las clases medias a la vida política mediante la ley de Reforma Electoral de 1907. En 1908 creó el Instituto Nacional de Previsión para abordar reformas sociales. Su proyecto reformista quedó abortado por el estallido de la Semana Trágica.
El envío por Maura de reservistas catalanes a la guerra de Marruecos originó una protesta que se convirtió en una huelga general convocada por socialistas y anarquistas que derivó en una violenta revuelta popular con barricadas, matanzas y quema de iglesias: la Semana Trágica de Barcelona (26-30 de julio de 1909) que aterrorizó a la burguesía. Se proclamó el estado de guerra y el ejército la reprimió duramente; hubo más de 100 muertos, numerosas detenciones y el fusilamiento del pedagogo anarquista Ferrer Guardia, fundador de la Escuela Moderna, acusado de ser el inspirador.
Su muerte originó una gran protesta extranjera y nacional al grito de ¡Maura, no!, quien tuvo que dimitir, y le sucedió en 1910 el Partido Liberal, que ya había estado brevemente en el poder de 1905-1907 con Moret, autor de la Ley de Jurisdicciones (1906). El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) consiguió su primer diputado a Cortes ese año (Pablo Iglesias) gracias a la alianza con los republicanos.
José Canalejas (1910-12) realizará un nuevo intento regeneracionista con reformas como la Ley del Candado (1910), que prohibía la instalación de nuevas órdenes religiosas en España, con el fin de controlar a la Iglesia; estableció el servicio militar obligatorio (1911); leyes de contenido social, como la regulación del trabajo de las mujeres, la jornada de nueve horas en las minas o la abolición del impuesto de consumos e inició la descentralización administrativa con el proyecto de Ley de Mancomunidades, un acuerdo con la Lliga Regionalista - partido burgués nacido en 1901, que aspiraba a la autonomía de Cataluña- para frenar el regionalismo y el nacionalismo.
No pudo llevar a cabo su proyecto porque fue asesinado por un anarquista; con él desapareció la posibilidad de aperturismo político del sistema de la Restauración hacia la izquierda.
El gobierno conservador de Dato (1912-1915) mantuvo la neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial (1914-18) lo mismo que el liberal del Conde de Romanones (1915-1917).
El país se dividió en aliadófilos - liberales y progresistas- y germanófilos – conservadores en general. La guerra favoreció económicamente a la burguesía, que obtuvo enormes beneficios con las exportaciones y provocó una elevada inflación de precios, que perjudicó a las clases populares. En 1917 estalló una grave crisis que hizo peligrar el sistema de la Restauración.
En la crisis de 1917 coincidieron cronológicamente tres problemas diferentes:
La crisis de 1917 supuso el fin del sistema político de la Restauración. Se formaron efímeros gobiernos de concentración, presididos por políticos influyentes como Maura, Dato, Romanones, pero fracasaron. En el llamado trienio bolchevique (1918- 1920) el movimiento obrero se radicalizó por el impacto de la Revolución rusa. La huelga de La Canadiense en Barcelona (1919) duró más de un mes. Las acciones terroristas o propaganda por el hecho de algunos anarquistas aumentaron. Los empresarios y patronos recurrieron a medidas como el “lock-out” o cierre de fábricas y contrataron a pistoleros a sueldo para asesinar a dirigentes obreros (pistolerismo). Martinez Anido, gobernador de Barcelona, aplicó la “ley de fugas” (asesinar a presos, justificándolo como intento de fuga por su parte). A esta situación vino a sumarse el problema de Marruecos.
Tras el desastre del 1898 y la pérdida de las colonias, España trató de acercarse a las grandes potencias europeas (Francia, Inglaterra y Alemania) y participar en el reparto de África que estaban llevando a cabo. Marruecos se convirtió en el nuevo objetivo colonial español, debido al interés de los militares de recuperar el prestigio perdido y obtener rápidos ascensos y al de los empresarios de explotar las minas de hierro del Rif. Por otra parte a Gran Bretaña le interesaba mantener el equilibrio estratégico en el estrecho de Gibraltar, impidiendo que fuera controlado en exclusiva por Francia.
En 1904 una declaración franco-británica reconocía los intereses españoles en la costa mediterránea de Marruecos. La Conferencia internacional de Algeciras (1906) acordó que Francia y España se repartieran Marruecos: España ocuparía la inhóspita y montañosa región del Rif, donde ya tenía soberanía en Ceuta y Melilla, mientras el sur quedaba bajo protección francesa.
Al principio se intentaron acuerdos diplomáticos con las tribus rifeñas (kabilas) muy belicosas. La ocupación militar comenzó en febrero de 1909, gobernando Maura. El ejército colonial, mal dotado, sufrió muchas bajas en el Barranco del Lobo (1909). El 9 de julio los rifeños atacaron a los obreros del ferrocarril. Maura reclutó tropas para enviarlas a la Guerra de Marruecos, lo que provocó la Semana Trágica en Barcelona. La guerra de Marruecos era impopular ya que su peso recaía especialmente sobre los sectores sociales más pobres. La penetración continuó con lentitud y se creó un Protectorado en 1912. España ocupó Larache, Alcazarquivir y Tetuán pero la Primera Guerra Mundial frenó el avance que continuó en 1919.
La impopularidad de la guerra aumentó con el desastre de 1921. El 22 de julio de 1921 el general Silvestre, gobernador de Melilla, llevó a cabo una imprudente campaña para ocupar la zona que separaba Ceuta de Melilla; las tropas españolas sufrieron una desastrosa derrota en Annual frente a los rifeños dirigidos por Abd- el- Krim. Murieron más de 12.000 soldados y cayeron prisioneros otros 4.000. Abd-el –Krim proclamó el emirato del Rif. En la península se exigieron responsabilidades políticas, iniciándose una investigación- Expediente Picasso - en que varios mandos militares y el general Berenguer fueron acusados de negligencia; socialistas y republicanos acusaron incluso al rey Alfonso XIII. Pero el informe de la comisión parlamentaria no llegó a ser conocido ya que lo impidió el golpe de estado del general Primo de Rivera en 1923. Será este general el que tras el desembarco de Alhucemas (1925), en una operación conjunta hispano-francesa, derrotó a Abd- el Krim y finalizó la Guerra de Marruecos en 1927.
Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, dio un golpe de estado en Barcelona el 13 de septiembre de 1923, declarando el estado de guerra.
Hizo público un manifiesto donde declaraba los motivos para rebelarse y su intención de acabar con el sistema parlamentario (al que tachaba de “inmoral y corrupto”), solucionar el problema marroquí, garantizar el orden público y acabar con el separatismo. Primo combinaba las ideas regeneracionistas (él se veía como el “cirujano de hierro” del que hablaba Joaquín Costa) con la influencia del fascismo italiano.
La oposición al golpe fue muy escasa. La opinión pública española acogió el golpe con agrado o indiferencia. La burguesía católica y los sectores industriales y mercantiles así como las clases medias estaban muy satisfechas. En el mundo obrero, los socialistas no ofrecieron resistencia e incluso colaborarán con el régimen; anarquistas y comunistas fueron los únicos que se opusieron.
El rey Alfonso XIII apoyó al general y le encargó formar gobierno, convirtiéndose en responsable directo de la Dictadura.
En esta fase la Dictadura se presentó como una solución provisional. Se estableció un Directorio militar, presidido por Primo de Rivera y encargado de gobernar el país. Primo concentraba en sus manos todos los poderes (ejecutivo, judicial y legislativo- gobernaba mediante decretos-ley) y el resto de los militares sólo le asesoraban. Sin derogarla, suspendió la Constitución de 1876 y las garantías constitucionales disolvió las Cortes y militarizó la Administración, colocando en los puestos claves a militares (gobernadores provinciales, delegados del gobierno en los ayuntamientos). Además publicó la "Ley de Incompatibilidades" para acabar con la corrupción política y el "Estatuto Municipal", con el que, junto a la creación de la figura del delegado gubernativo, trató de terminar con el caciquismo vigente desde hacía tantos años.
En 1924 nació la Unión Patriótica (UP) un movimiento político de apoyo a la Dictadura con un programa regeneracionista, que en la práctica fue partido único. UP intentó sin éxito aglutinar un amplio espectro político, pero fue sólo un instrumento de propaganda oficial en el que se integraron políticos fracasados y oportunistas.
El general prohibió los sindicatos y las huelgas y mantuvo el orden gracias a la represión. Se mostró particularmente duro con los nacionalistas catalanes; eliminó la Mancomunidad y prohibió el uso oficial de la lengua y la bandera catalanas.
Primo de Rivera consiguió una enorme popularidad por finalizar victoriosamente la guerra de Marruecos. En una acción militar conjunta con Francia contra Abd-el-Krim (que había atacado la zona francesa del Protectorado) las tropas españolas desembarcaron en la bahía de Alhucemas (septiembre de 1925) y vencieron a los rifeños. Abd- el-Krim al-Jattabí se rindió.
Se constituyó en diciembre de 1925. Con él Primo quiso instituir un régimen estable. Entraron seis civiles en el Directorio entre los que destacaron Martinez Anido en Gobernación y José Calvo Sotelo en Hacienda. En 1927 convocó la Asamblea Nacional Consultiva, cuya función era asesorar e informar al dictador, formada en 4/5 partes por miembros de UP. Era un sistema representativo corporativo. Su tarea fue preparar un proyecto de Constitución para legitimar a la dictadura; el texto no se aprobó.
La Dictadura se benefició de una buena coyuntura económica. La economía creció gracias a las medidas de Calvo Sotelo, destinadas a fomentar la industrialización con el intervencionismo estatal y a mejorar la agricultura y el comercio exterior. Hubo un extraordinario desarrollo de las obras públicas y las infraestructuras. Se crearon los Comités Paritarios que eran unos organismos oficiales compuestos por representantes de patronos y obreros y un representante del gobierno. De influencia fascista, su función consistía en resolver los conflictos laborales. Los socialistas de UGT participaron en estos Comités, haciendo una política reformista (viviendas obreras, mejoras asistenciales). Pero fueron muy criticados por los comunistas y anarquistas, que eran perseguidos por el régimen. También colaboraron los Sindicatos Libres (próximos a la extrema derecha).
Crecieron los opositores al régimen (republicanos, anarquistas, comunistas, nacionalistas, y también los antiguos partidos de la Restauración). Un sector del ejército se enfrentó a Primo por problemas de ascensos, organizando conspiraciones como la Sanjuanada (1926). La mayoría de los intelectuales formaron parte de la oposición; destacaron Unamuno, que fue deportado, Ortega y Gasset y Marañón. Los estudiantes protagonizaron revueltas en la universidad. Desde 1928 se hizo patente la decadencia de la dictadura. Los socialistas le abandonaron al aumentar la conflictividad social por el cambio de coyuntura económica. Las relaciones con Alfonso XIII se deterioraron, presionado el rey por los políticos conservadores y liberales que deseaban volver al parlamentarismo. Además Primo se encontraba gravemente enfermo. En enero de 1930 dimitió y se exilió a París donde murió al poco tiempo.
Ante el fracaso de la dictadura, Alfonso XIII quiso volver al régimen parlamentario y encargó al general Berenguer formar gobierno con la tarea de reponer la Constitución de 1876. El rey era impopular por considerarle responsable directo de la dictadura. Berenguer mantuvo un régimen dictatorial suavizado- conocido como la dictablanda. En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián entre todos los opositores republicanos, socialistas, radicales y catalanistas de izquierda con el fin de acabar con la monarquía. Por su parte los intelectuales crearon la Agrupación al servicio de la República, dirigida por Ortega y Gasset, que llevó a cabo una gran campaña de prensa contra la monarquía.
En enero de 1930 fracasó un pronunciamiento militar en Jaca. En enero de 1931 el nuevo jefe de gobierno, el almirante Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril. Aunque ganaron los monárquicos en las áreas rurales debido al caciquismo, los candidatos republicanos triunfaron en las principales ciudades. Alfonso XIII decidió exiliarse. El 14 de abril de 1931 se proclamó La Segunda República, ante el entusiasmo popular.
En estos años la economía española experimentó una fase de crecimiento. Aunque la agricultura seguía siendo la actividad más importante, la pérdida de las colonias en 1898 permitió invertir en España los capitales antes destinados a América, lo que fue beneficioso para la industria y las finanzas. Los años de la 1ª guerra mundial favorecieron la exportación de productos españoles a los países en guerra debido a la neutralidad española y creció la industrialización del país.
Aumentó el proteccionismo arancelario y la intervención estatal, con leyes de fomento y protección de la industria nacional, de 1907 y 1917. La industria se concentraba en tres grandes zonas: Asturias, País Vasco y Cataluña. Madrid era el centro del capital financiero. Se desarrolló la banca privada, con la creación de numerosos bancos: Banco Hispano Americano (1900), Banco de Vizcaya (1901), Banco español de Crédito (1902), Banco Central (1919) y Banco Popular (1926). Igualmente se consolidó la red de cajas de ahorro.
Destaca la política económica de la Dictadura de Primo de Rivera, llevada a cabo por el ministro Calvo Sotelo. Apoyándose en una coyuntura económica muy favorable (los felices veinte) esta etapa es de prosperidad económica, consolidándose el capitalismo Hubo un fuerte intervencionismo estatal con el control de todos los sectores productivos, reforzándose el proteccionismo; se subvencionaron empresas con dinero público y se incrementaron las inversiones públicas en infraestructuras (carreteras, escuelas, obras hidráulicas). Surgieron las Confederaciones Hidrográficas y los monopolios: Tabacalera, Loterías, Telefónica y CAMPSA, que se ocupaba de la distribución y venta del petróleo. Los grandes beneficiarios de esta política fueron los grandes capitalistas, ya que el Estado se endeudó en exceso, los obreros, aunque mejoraron su nivel de vida, continuaron con salarios bajos y los jornaleros miserables.
El Estado, endeudado e incapaz de hacer una reforma fiscal que estableciera un impuesto único y progresivo sobre la renta a causa de la oposición de las clases acomodadas, se encontró con crecientes dificultades presupuestarias. También contribuyó a la deuda la Exposición Universal de Sevilla (1929), que el dictador había organizado por cuestión de prestigio, y el cambio de la coyuntura internacional, con el inicio de la crisis de 1929.
La sociedad española también experimentó notables cambios en este primer tercio del siglo XX. La mortalidad descendió notablemente, debido a la mejora del nivel de vida, así como la natalidad por lo que se dio un importante crecimiento vegetativo. La emigración exterior a Iberoamérica fue muy intensa entre 1905 y 1914, así como la emigración del campo a las ciudades industriales y Madrid.
La composición de la población siguió siendo predominantemente rural y campesina, pero aumentaron el sector secundario y el de servicios en las grandes ciudades. Se produjo igualmente un incremento de la alfabetización y la escolarización.
La crisis económica tras la Gran Guerra provocó un aumento de la conflictividad social y un desarrollo del sindicalismo. La situación obrera empeoró al ver reducidos sus salarios por el alza de precios. Los grandes beneficios económicos enriquecieron a una minoría lo que ahondó las diferencias sociales y aumentó el malestar social. El movimiento obrero empleaba la huelga como arma reivindicativa para conseguir mejoras salariales y jornada laboral de ocho horas, ya que vivían en unas condiciones miserables. Salarios muy bajos, jornadas laborales de 11-12 horas, dieta alimenticia escasa y variada que se llevaba la mayor parte del salario, viviendas baratas y poco higiénicas, sin escolarización, etc.
En la Dictadura de Primo de Rivera se crearon los Comités Paritarios que eran unos organismos oficiales compuestos por representantes de patronos y obreros y un representante del gobierno. De influencia fascista, su función consistía en resolver los conflictos laborales. Los socialistas de UGT participaron en estos Comités, haciendo una política reformista (viviendas obreras, mejoras asistenciales). Pero fueron muy criticados por los comunistas y anarquistas, que eran perseguidos por el régimen. También colaboraron los Sindicatos Libres (próximos a la extrema derecha).
A partir de 1928 aumentó la conflictividad social y las huelgas especialmente tras el estallido de la crisis del 1929 y el cambio de coyuntura económica.
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El turno de partidos se mantuvo hasta 1917 pero con dificultades. Los partidos se fragmentaron a la muerte de Cánovas (1897) y Sagasta (1903), sustituidos por líderes de menor talla, lo que originó inestabilidad política con crisis ministeriales continuas, que el rey trató de resolver interviniendo activamente en los cambios de gobierno. El primer intento regeneracionista fue el de Silvela, sucesor de Cánovas en el Partido Conservador; Fernández Villaverde, ministro de Hacienda, logró superar el déficit económico causado por la pérdida de las colonias. Antonio Maura, sucesor de Silvela, presidió dos gobiernos (1903-1904 y 1907-1909) en los que intentó la “revolución desde arriba” con el objetivo del “descuaje del caciquismo” y la incorporación de las clases medias a la vida política mediante la ley de Reforma Electoral de 1907. En 1908 creó el Instituto Nacional de Previsión para abordar reformas sociales. Su proyecto reformista quedó abortado por el estallido de la Semana Trágica.
El envío por Maura de reservistas catalanes a la guerra de Marruecos originó una protesta que se convirtió en una huelga general convocada por socialistas y anarquistas que derivó en una violenta revuelta popular con barricadas, matanzas y quema de iglesias: la Semana Trágica de Barcelona (26-30 de julio de 1909) que aterrorizó a la burguesía. Se proclamó el estado de guerra y el ejército la reprimió duramente; hubo más de 100 muertos, numerosas detenciones y el fusilamiento del pedagogo anarquista Ferrer Guardia, fundador de la Escuela Moderna, acusado de ser el inspirador.
Su muerte originó una gran protesta extranjera y nacional al grito de ¡Maura, no!, quien tuvo que dimitir, y le sucedió en 1910 el Partido Liberal, que ya había estado brevemente en el poder de 1905-1907 con Moret, autor de la Ley de Jurisdicciones (1906). El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) consiguió su primer diputado a Cortes ese año (Pablo Iglesias) gracias a la alianza con los republicanos.
José Canalejas (1910-12) realizará un nuevo intento regeneracionista con reformas como la Ley del Candado (1910), que prohibía la instalación de nuevas órdenes religiosas en España, con el fin de controlar a la Iglesia; estableció el servicio militar obligatorio (1911); leyes de contenido social, como la regulación del trabajo de las mujeres, la jornada de nueve horas en las minas o la abolición del impuesto de consumos e inició la descentralización administrativa con el proyecto de Ley de Mancomunidades, un acuerdo con la Lliga Regionalista - partido burgués nacido en 1901, que aspiraba a la autonomía de Cataluña- para frenar el regionalismo y el nacionalismo.
No pudo llevar a cabo su proyecto porque fue asesinado por un anarquista; con él desapareció la posibilidad de aperturismo político del sistema de la Restauración hacia la izquierda.
El gobierno conservador de Dato (1912-1915) mantuvo la neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial (1914-18) lo mismo que el liberal del Conde de Romanones (1915-1917).
El país se dividió en aliadófilos - liberales y progresistas- y germanófilos – conservadores en general. La guerra favoreció económicamente a la burguesía, que obtuvo enormes beneficios con las exportaciones y provocó una elevada inflación de precios, que perjudicó a las clases populares. En 1917 estalló una grave crisis que hizo peligrar el sistema de la Restauración.
En la crisis de 1917 coincidieron cronológicamente tres problemas diferentes:
La crisis de 1917 supuso el fin del sistema político de la Restauración. Se formaron efímeros gobiernos de concentración, presididos por políticos influyentes como Maura, Dato, Romanones, pero fracasaron. En el llamado trienio bolchevique (1918- 1920) el movimiento obrero se radicalizó por el impacto de la Revolución rusa. La huelga de La Canadiense en Barcelona (1919) duró más de un mes. Las acciones terroristas o propaganda por el hecho de algunos anarquistas aumentaron. Los empresarios y patronos recurrieron a medidas como el “lock-out” o cierre de fábricas y contrataron a pistoleros a sueldo para asesinar a dirigentes obreros (pistolerismo). Martinez Anido, gobernador de Barcelona, aplicó la “ley de fugas” (asesinar a presos, justificándolo como intento de fuga por su parte). A esta situación vino a sumarse el problema de Marruecos.
Tras el desastre del 1898 y la pérdida de las colonias, España trató de acercarse a las grandes potencias europeas (Francia, Inglaterra y Alemania) y participar en el reparto de África que estaban llevando a cabo. Marruecos se convirtió en el nuevo objetivo colonial español, debido al interés de los militares de recuperar el prestigio perdido y obtener rápidos ascensos y al de los empresarios de explotar las minas de hierro del Rif. Por otra parte a Gran Bretaña le interesaba mantener el equilibrio estratégico en el estrecho de Gibraltar, impidiendo que fuera controlado en exclusiva por Francia.
En 1904 una declaración franco-británica reconocía los intereses españoles en la costa mediterránea de Marruecos. La Conferencia internacional de Algeciras (1906) acordó que Francia y España se repartieran Marruecos: España ocuparía la inhóspita y montañosa región del Rif, donde ya tenía soberanía en Ceuta y Melilla, mientras el sur quedaba bajo protección francesa.
Al principio se intentaron acuerdos diplomáticos con las tribus rifeñas (kabilas) muy belicosas. La ocupación militar comenzó en febrero de 1909, gobernando Maura. El ejército colonial, mal dotado, sufrió muchas bajas en el Barranco del Lobo (1909). El 9 de julio los rifeños atacaron a los obreros del ferrocarril. Maura reclutó tropas para enviarlas a la Guerra de Marruecos, lo que provocó la Semana Trágica en Barcelona. La guerra de Marruecos era impopular ya que su peso recaía especialmente sobre los sectores sociales más pobres. La penetración continuó con lentitud y se creó un Protectorado en 1912. España ocupó Larache, Alcazarquivir y Tetuán pero la Primera Guerra Mundial frenó el avance que continuó en 1919.
La impopularidad de la guerra aumentó con el desastre de 1921. El 22 de julio de 1921 el general Silvestre, gobernador de Melilla, llevó a cabo una imprudente campaña para ocupar la zona que separaba Ceuta de Melilla; las tropas españolas sufrieron una desastrosa derrota en Annual frente a los rifeños dirigidos por Abd- el- Krim. Murieron más de 12.000 soldados y cayeron prisioneros otros 4.000. Abd-el –Krim proclamó el emirato del Rif. En la península se exigieron responsabilidades políticas, iniciándose una investigación- Expediente Picasso - en que varios mandos militares y el general Berenguer fueron acusados de negligencia; socialistas y republicanos acusaron incluso al rey Alfonso XIII. Pero el informe de la comisión parlamentaria no llegó a ser conocido ya que lo impidió el golpe de estado del general Primo de Rivera en 1923. Será este general el que tras el desembarco de Alhucemas (1925), en una operación conjunta hispano-francesa, derrotó a Abd- el Krim y finalizó la Guerra de Marruecos en 1927.
Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, dio un golpe de estado en Barcelona el 13 de septiembre de 1923, declarando el estado de guerra.
Hizo público un manifiesto donde declaraba los motivos para rebelarse y su intención de acabar con el sistema parlamentario (al que tachaba de “inmoral y corrupto”), solucionar el problema marroquí, garantizar el orden público y acabar con el separatismo. Primo combinaba las ideas regeneracionistas (él se veía como el “cirujano de hierro” del que hablaba Joaquín Costa) con la influencia del fascismo italiano.
La oposición al golpe fue muy escasa. La opinión pública española acogió el golpe con agrado o indiferencia. La burguesía católica y los sectores industriales y mercantiles así como las clases medias estaban muy satisfechas. En el mundo obrero, los socialistas no ofrecieron resistencia e incluso colaborarán con el régimen; anarquistas y comunistas fueron los únicos que se opusieron.
El rey Alfonso XIII apoyó al general y le encargó formar gobierno, convirtiéndose en responsable directo de la Dictadura.
En esta fase la Dictadura se presentó como una solución provisional. Se estableció un Directorio militar, presidido por Primo de Rivera y encargado de gobernar el país. Primo concentraba en sus manos todos los poderes (ejecutivo, judicial y legislativo- gobernaba mediante decretos-ley) y el resto de los militares sólo le asesoraban. Sin derogarla, suspendió la Constitución de 1876 y las garantías constitucionales disolvió las Cortes y militarizó la Administración, colocando en los puestos claves a militares (gobernadores provinciales, delegados del gobierno en los ayuntamientos). Además publicó la "Ley de Incompatibilidades" para acabar con la corrupción política y el "Estatuto Municipal", con el que, junto a la creación de la figura del delegado gubernativo, trató de terminar con el caciquismo vigente desde hacía tantos años.
En 1924 nació la Unión Patriótica (UP) un movimiento político de apoyo a la Dictadura con un programa regeneracionista, que en la práctica fue partido único. UP intentó sin éxito aglutinar un amplio espectro político, pero fue sólo un instrumento de propaganda oficial en el que se integraron políticos fracasados y oportunistas.
El general prohibió los sindicatos y las huelgas y mantuvo el orden gracias a la represión. Se mostró particularmente duro con los nacionalistas catalanes; eliminó la Mancomunidad y prohibió el uso oficial de la lengua y la bandera catalanas.
Primo de Rivera consiguió una enorme popularidad por finalizar victoriosamente la guerra de Marruecos. En una acción militar conjunta con Francia contra Abd-el-Krim (que había atacado la zona francesa del Protectorado) las tropas españolas desembarcaron en la bahía de Alhucemas (septiembre de 1925) y vencieron a los rifeños. Abd- el-Krim al-Jattabí se rindió.
Se constituyó en diciembre de 1925. Con él Primo quiso instituir un régimen estable. Entraron seis civiles en el Directorio entre los que destacaron Martinez Anido en Gobernación y José Calvo Sotelo en Hacienda. En 1927 convocó la Asamblea Nacional Consultiva, cuya función era asesorar e informar al dictador, formada en 4/5 partes por miembros de UP. Era un sistema representativo corporativo. Su tarea fue preparar un proyecto de Constitución para legitimar a la dictadura; el texto no se aprobó.
La Dictadura se benefició de una buena coyuntura económica. La economía creció gracias a las medidas de Calvo Sotelo, destinadas a fomentar la industrialización con el intervencionismo estatal y a mejorar la agricultura y el comercio exterior. Hubo un extraordinario desarrollo de las obras públicas y las infraestructuras. Se crearon los Comités Paritarios que eran unos organismos oficiales compuestos por representantes de patronos y obreros y un representante del gobierno. De influencia fascista, su función consistía en resolver los conflictos laborales. Los socialistas de UGT participaron en estos Comités, haciendo una política reformista (viviendas obreras, mejoras asistenciales). Pero fueron muy criticados por los comunistas y anarquistas, que eran perseguidos por el régimen. También colaboraron los Sindicatos Libres (próximos a la extrema derecha).
Crecieron los opositores al régimen (republicanos, anarquistas, comunistas, nacionalistas, y también los antiguos partidos de la Restauración). Un sector del ejército se enfrentó a Primo por problemas de ascensos, organizando conspiraciones como la Sanjuanada (1926). La mayoría de los intelectuales formaron parte de la oposición; destacaron Unamuno, que fue deportado, Ortega y Gasset y Marañón. Los estudiantes protagonizaron revueltas en la universidad. Desde 1928 se hizo patente la decadencia de la dictadura. Los socialistas le abandonaron al aumentar la conflictividad social por el cambio de coyuntura económica. Las relaciones con Alfonso XIII se deterioraron, presionado el rey por los políticos conservadores y liberales que deseaban volver al parlamentarismo. Además Primo se encontraba gravemente enfermo. En enero de 1930 dimitió y se exilió a París donde murió al poco tiempo.
Ante el fracaso de la dictadura, Alfonso XIII quiso volver al régimen parlamentario y encargó al general Berenguer formar gobierno con la tarea de reponer la Constitución de 1876. El rey era impopular por considerarle responsable directo de la dictadura. Berenguer mantuvo un régimen dictatorial suavizado- conocido como la dictablanda. En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián entre todos los opositores republicanos, socialistas, radicales y catalanistas de izquierda con el fin de acabar con la monarquía. Por su parte los intelectuales crearon la Agrupación al servicio de la República, dirigida por Ortega y Gasset, que llevó a cabo una gran campaña de prensa contra la monarquía.
En enero de 1930 fracasó un pronunciamiento militar en Jaca. En enero de 1931 el nuevo jefe de gobierno, el almirante Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril. Aunque ganaron los monárquicos en las áreas rurales debido al caciquismo, los candidatos republicanos triunfaron en las principales ciudades. Alfonso XIII decidió exiliarse. El 14 de abril de 1931 se proclamó La Segunda República, ante el entusiasmo popular.
En estos años la economía española experimentó una fase de crecimiento. Aunque la agricultura seguía siendo la actividad más importante, la pérdida de las colonias en 1898 permitió invertir en España los capitales antes destinados a América, lo que fue beneficioso para la industria y las finanzas. Los años de la 1ª guerra mundial favorecieron la exportación de productos españoles a los países en guerra debido a la neutralidad española y creció la industrialización del país.
Aumentó el proteccionismo arancelario y la intervención estatal, con leyes de fomento y protección de la industria nacional, de 1907 y 1917. La industria se concentraba en tres grandes zonas: Asturias, País Vasco y Cataluña. Madrid era el centro del capital financiero. Se desarrolló la banca privada, con la creación de numerosos bancos: Banco Hispano Americano (1900), Banco de Vizcaya (1901), Banco español de Crédito (1902), Banco Central (1919) y Banco Popular (1926). Igualmente se consolidó la red de cajas de ahorro.
Destaca la política económica de la Dictadura de Primo de Rivera, llevada a cabo por el ministro Calvo Sotelo. Apoyándose en una coyuntura económica muy favorable (los felices veinte) esta etapa es de prosperidad económica, consolidándose el capitalismo Hubo un fuerte intervencionismo estatal con el control de todos los sectores productivos, reforzándose el proteccionismo; se subvencionaron empresas con dinero público y se incrementaron las inversiones públicas en infraestructuras (carreteras, escuelas, obras hidráulicas). Surgieron las Confederaciones Hidrográficas y los monopolios: Tabacalera, Loterías, Telefónica y CAMPSA, que se ocupaba de la distribución y venta del petróleo. Los grandes beneficiarios de esta política fueron los grandes capitalistas, ya que el Estado se endeudó en exceso, los obreros, aunque mejoraron su nivel de vida, continuaron con salarios bajos y los jornaleros miserables.
El Estado, endeudado e incapaz de hacer una reforma fiscal que estableciera un impuesto único y progresivo sobre la renta a causa de la oposición de las clases acomodadas, se encontró con crecientes dificultades presupuestarias. También contribuyó a la deuda la Exposición Universal de Sevilla (1929), que el dictador había organizado por cuestión de prestigio, y el cambio de la coyuntura internacional, con el inicio de la crisis de 1929.
La sociedad española también experimentó notables cambios en este primer tercio del siglo XX. La mortalidad descendió notablemente, debido a la mejora del nivel de vida, así como la natalidad por lo que se dio un importante crecimiento vegetativo. La emigración exterior a Iberoamérica fue muy intensa entre 1905 y 1914, así como la emigración del campo a las ciudades industriales y Madrid.
La composición de la población siguió siendo predominantemente rural y campesina, pero aumentaron el sector secundario y el de servicios en las grandes ciudades. Se produjo igualmente un incremento de la alfabetización y la escolarización.
La crisis económica tras la Gran Guerra provocó un aumento de la conflictividad social y un desarrollo del sindicalismo. La situación obrera empeoró al ver reducidos sus salarios por el alza de precios. Los grandes beneficios económicos enriquecieron a una minoría lo que ahondó las diferencias sociales y aumentó el malestar social. El movimiento obrero empleaba la huelga como arma reivindicativa para conseguir mejoras salariales y jornada laboral de ocho horas, ya que vivían en unas condiciones miserables. Salarios muy bajos, jornadas laborales de 11-12 horas, dieta alimenticia escasa y variada que se llevaba la mayor parte del salario, viviendas baratas y poco higiénicas, sin escolarización, etc.
En la Dictadura de Primo de Rivera se crearon los Comités Paritarios que eran unos organismos oficiales compuestos por representantes de patronos y obreros y un representante del gobierno. De influencia fascista, su función consistía en resolver los conflictos laborales. Los socialistas de UGT participaron en estos Comités, haciendo una política reformista (viviendas obreras, mejoras asistenciales). Pero fueron muy criticados por los comunistas y anarquistas, que eran perseguidos por el régimen. También colaboraron los Sindicatos Libres (próximos a la extrema derecha).
A partir de 1928 aumentó la conflictividad social y las huelgas especialmente tras el estallido de la crisis del 1929 y el cambio de coyuntura económica.
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