El mito de Er es una leyenda escatológica que finaliza la República de Platón. La historia incluye el sistema del cosmos y la vida del más allá y durante muchos siglos tuvo una gran influencia en el pensamiento religioso, filosófico y científico. El «mito de Er» ocupa los últimos párrafos de la República de Platón (Libro X, 614a-621b). Se desprende de la reflexión previa que Sócrates y Glaucón formulan sobre el mérito de la justicia entre los hombres y especialmente ante los dioses, la virtud como bien del alma (por contrapartida el vicio como mal y corrupción de la misma) y la inmortalidad de esta última (608c-613e). Este mito es puesto por el autor en boca de Sócrates y relata la historia de un soldado de Panfilia llamado Er, hijo de Armenio, que, muerto en la guerra, es resucitado por los dioses al cabo de doce días de su deceso, para contar a los vivos el destino de las almas después de la muerte. Las ideas centrales que refiere la narración son: la inmortalidad del alma, la existencia de premios y castigos expiatorios en un plano escatológico, la armonía entre libertad y destino, la sabiduría y la justicia como virtud (ἀρετή), la armonía del cosmos, la atingencia de los dioses con las elecciones humanas y la transmigración. Puede ser vinculado con otros mitos platónicos como los presentes en Fedón, Fedro y Gorgias por tratar el asunto del alma separada del cuerpo y su destino después de la muerte; Stewart lo considera como «el mayor de los Mitos Escatológicos de Platón, sea que se considere la completitud de su materia o el esplendor de su forma». El mito de Er, guerrero de Panfilia, podría ser una elaboración de Platón. El filósofo toma prestados elementos clave de las tradiciones órficas y pitagóricas y las implementa con libertad. Es posible que el nombre de Er (en idioma griego: Ἤρ, gen.: Ἠρός; hijo de Ἀρμένιος - Armenios de Panfilia) lo tomase de alguna vieja leyenda, ya que se ha encontrado el mismo nombre en un consejo de Zoroastro. La historia comienza cuando Er muere en batalla. Cuando los cuerpos de aquellos que han muerto en la batalla son recogidos, diez días después de su muerte, el cuerpo de Er permanece sin descomponerse. Dos días más tarde, revive cuando está en la pira funeraria. Habla entonces de su viaje al más allá, da cuenta de la reencarnación y de las esferas celestes del plano astral. El cuento introduce la idea de que las personas morales son recompensadas y las inmorales son castigadas después de su muerte. El procedimiento habitual era que cada alma pagase sucesivamente, por cada una de las injusticias cometidas. Las interpretaciones referentes al número de años necesarios son dispares, pero hay consenso en que cada una de las penas se pagaba en cien años, resultando, por tanto, unos mil años totales (diez veces cien). Cuenta cómo su alma había salido de su cuerpo y viajado con otras muchas hasta llegar a un lugar maravilloso, donde se veían dos abismos en la tierra, próximos uno al otro, y dos pasillos que conducían al cielo enfrente de aquellos. Habla de que había llegado a la «Llanura del río Lete (‘olvido’)», que es cruzada por el río Ameles (‘descuidado’). Y aunque Er no había tenido que beber del Lete, desconocía cómo su alma había regresado a su cuerpo y cuando se despertó, se encontró vivo, sobre la pira funeraria.
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