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Revista Didactalia: Entrevista a Cristóbal Suárez @cristobalsuarez
“Los docentes hemos avanzado mucho en la construcción de la imagen de la tecnología en el aprendizaje”
Cristóbal Suárez Guerrero es autor del blog Educación y Virtualidad. Coordina “En Red Familiar” y colabora con UtiliTIC (Centro Internacional de Tecnología Avanzada - CITA), de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
El tema de fondo es la opción relacional que subyace tanto en el aula como en los servicios de redes sociales como entornos educativos. Las redes sociales son en sí mismas estructuras de acción social que, al usarlas, añaden a la educación una forma de interacción propia al sistema tecnológico que las sostiene: un entorno de acción en red.
La escuela, al no compartir la noción de interacción, de territorialidad, de cultura o de flexibilidad, simplemente ofrece otras condiciones para aprender y enseñar que las redes sociales. Y es aquí donde se marcan las diferencias. Usar las redes sociales no supone únicamente identificar un artefacto, sino más bien hablar de nuevas funciones potencialmente educativas enmarcadas en un entorno particularmente diferente al aula. Por eso que Internet no es sólo un material educativo, implica un entorno de acción y representación.
De la misma forma que traducir un poema a otro idioma es crear otro poema, ‘trasladar’ una asignatura a las redes sociales es crear otra acción educativa, con poderes diferentes a la opción relacional que describe un aula: una relación exclusiva docente-alumnos, un perímetro físico para interactuar o una prioridad por el consumo de información. Por ello, más que su traslado o inclusión de las redes sociales, sería más propio hablar de apropiación de las nuevas formas de representación de acción educativa. La idea es pensar educativamente las redes sociales.
No existe, por tanto, un uso ascético o neutral de las redes sociales ya que sus usos educativos también tienen que ver con una forma propia de pensar, hacer y sentir la interacción. Por ello, usar las redes sociales siempre será una apuesta por una forma de interacción social y, pedagógicamente hablando, un reto a la imaginación.
En fin, el valor educativo de una red social consiste en añadir al imaginario pedagógico la posibilidad de pensar el aprendizaje en condiciones socioculturales inéditas al contexto del aula.
Creo que somos tecnoescépticos, como tecnoentusiastas, cuando miramos únicamente el artefacto y no nos centramos en la función que añade la tecnología a los procesos sociales, como es la educación. Ambos vicios son propios de una mirada acentuada en el artefacto.
Aunque la investigación empieza a dar evidencias del impacto en el aprendizaje, en el sistema educativo y en la cultura escolar, las actitudes en pro o en contra pueden jugar un papel fundamental al momento de usar la tecnología de forma educativa; las actitudes son el filtro a priori que impiden o admiten algo como bueno; en este aspecto es clave el impulso de una cultura educativa digital.
No obstante creo que los docentes hemos avanzado mucho en la construcción de la imagen de la tecnología en el aprendizaje. En buena cuenta se está viviendo un proceso de invisibilización de la tecnología. Ahora, el eje central del debate educativo ya no es la herramienta, sino ¿qué hacer con las funciones que añade a la educación?
En esta línea cabe recordar la última afirmación Tim O’Reilly que declaraba en FICOD que la Web 2.0 era un concepto obsoleto. Y sí, es obsoleto para explicar los otros muchos acontecimientos tecnosociales que suceden hoy en Internet, pero también es verdad que ha ganado tanto espacio que la noción de Web 2.0 ya es invisible. Lejos de desaparecer la noción de Web 2.0 creo que se ha asentado en la imagen que tenemos hoy de web y esto es mejor, de cara a la educación.
En realidad existen muchas experiencias estimulantes diseñadas por docentes creativos, cooperativos y críticos de distintas latitudes que invierten su tiempo, sus recursos y su paciencia para abrir nuevas oportunidades de aprendizaje con tecnología para sus alumnos.
Al respecto se puede hablar, en el marco nacional, de muchos intentos que buscan dar a conocer las buenas prácticas educativas con TIC que, desde mi punto de vista, son sustancialmente casos de buena educación. Se puede ver este abanico de experiencias en el III Encuentro Escuela 2.0, el Encuentro de Buenas Prácticas TIC en la Educación o en el VI Encuentro Internacional EducaRed 2011
Ya en el plano más puntual destacaría, como experiencia de integración TIC en educación, el programa UtiliTIC del CITA. Este proyecto busca que los alumnos aprenden a utilizar las TIC de forma responsable, con sentido crítico, a obtener información fiable de la red, a realizar búsquedas eficaces y a construir conocimiento utilizando las herramientas de la Web 2.0. Busca abarcar la totalidad de los centros educativos españoles tanto en Primaria y en Secundaria.
A nivel internacional es importante hablar, sin duda, de etwinning.
Impulsar la idea que Internet no es un asunto exclusivamente tecnológico, sino un estadio de desarrollo social y cultural con trasfondo educativo.
Hablar claramente de cuál es la relación efectiva entre currículum e internet y acercarse a su integración en la educación básica.
Apostar por ‘descontracturar’ la educación formalizante dando más oportunidades abiertas de educación.
Dejar la competencia digital como competencia trasversal más que como competencia básica. Hay que ver que esa competencia es instrumental para todo.
Enlazar páginas web es interesante, pero enlazar datos estructurados, acción tipo de la web 3.0, puede ser revolucionario en la escala de desarrollo educativo con tecnología. Esto es de gran valor en el aprendizaje permanente.
Por ello, los procesos y elementos que pueden verse enriquecidos con la web semántica pueden ser, por ejemplo, la tutoría especializada en los procesos de formación virtual, el servicio de atención de bibliotecas así como la recuperación de recursos didácticos según necesidades educativas específicas.
Pero, de forma general, creo que el impacto educativo de la web semántica consistiría en pasar de experiencias formativas en instituciones de la memoria a contextos centrados en significados. Este camino está abierto y en construcción.
En este aspecto quiero destacar una interesante coincidencia, en fondo y forma. Desde hace dos años, sin saberlo, Francisco García Pañalvo y yo coordinamos un libro titulado del mismo modo: “Universidad y desarrollo social de la Web” (ISBN 978-0-615-51333-1). Este libro articula ocho trabajos organizados en tres grandes marcos (comprensión, aplicación y prospección) que intentan recuperar una línea de reflexión emergente sobre la aplicación de la Web 2.0 en la educación universitaria española.
En buena cuenta, tanto el libro como el proyecto GNOSS Universidad 2.0 tratan de ver la oportunidad social abierta por la tecnología de cara al Espacio Europeo de Educación Superior.
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Fecha publicación: 20.12.2011
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Excelentes las ideas que propones en la entrevista!!
Coincido en que hemos avanzado en la utilización de recursos de la web 2.0, y que ya no se cuestione de su necesaria incorporación y aplicación en la educación formal. Se han implementado también proyectos educativos que implican el uso de redes sociales,sin embargo, creo que todavía queda una barrera por vencer, más de índole cultural que tecnológica, y que se refiere a la decisión de las instituciones educativas de incorporar metodologías activas que involucren nuevas formas de enseñar y de aprender. Las experiencias que puedan llevar adelante los docentes en forma aislada con necesarias, pero no suficientes si no existe un proyecto institucional.
Un saludo!!
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