Isabel y su papel en el gobierno de los reinos españoles

En el intervalo de tiempo entre los años 1528 y 1538 la emperatriz Isabel de Portugal tomará las riendas del gobierno español en varias ocasiones, siempre provocadas por los largos periodos de ausencias de su marido. Al igual que su marido, Isabel, conocedora ella misma de sus limitaciones en cuanto a conocimiento de todos los temas que merecían atención en el reino, se rodeó de un grupo de consejeros que le apoyaron en esa tarea. Su regencia estuvo siempre subordinada a las decisiones y el modus operandi de Carlos V, más no por ello no encontramos una cierta independencia y una línea decisoria reconocida a Isabel de Portugal. 

El emperador Carlos V y la emperatriz Isabel de Portugal (Rubens, Peter Paul, copia de Tiziano (Siegen, Westfalia, 1577-Amberes, 1640) Fuente: Fundación Casa de Alba

El primer momento de intervención política de Isabel como regente es en 1528, como hemos citado anteriormente, en el periodo en el que el Emperador abandona la corte para dirigirse a Valencia y Aragón. Estos tres meses los podríamos considerar un preludio, una primera toma de contacto, ya que la primera regencia de larga duración y donde se pondrá a prueba su capacidad política será de 1529 a 1533, años en los que las ausencias de Carlos son numerosas y largas. En ese primer momento, 23 de abril de 1528, con el emperador partiendo hacia Valencia, La emperatriz dará orden a ese séquito de consejeros y secretarios para que se hagan responsables con su firma de los documentos que les lleguen. 

Desde el comienzo, el problema más grave y acuciante al que se enfrentará Isabel de Portugal será el de la falta de fondos y la necesidad de obtenerlos de donde sea.Intentará poner en funcionamiento el impuesto de la cuarta o subsidio de los medios frutos, el cual era una tasa o contribución de la Iglesia a la corona por mandato papal y que consistía en el pago de la cuarta parte de las rentas que produjera un beneficio eclesiástico, pidiendo para ello ayuda a autoridades como el Obispo de Zamora o el de Ciudad Rodrigo para que consiguieran que ese pago prosperara y no tardara demasiado en cobrarse, algo que no sucedió y que produjo un gran enfado en la Emperatriz.También se acercará a grandes nobles y a las casas poderosas del país, las cuales la mayoría de veces se excusarán en la falta de fondos para no apoyarle en su empresa de recaudación.

Toda esta tarea de conseguir nuevos cauces de financiación para la corona no será tan prolífica como la coyuntura del momento imperaba, por lo que en determinados momentos tendrá que encontrar soluciones extremas; Isabel de Portugal propondrá a Carlos V utilizar parte del dinero conseguido del pago del rescate y liberación de los hijos del rey franco Francisco I: El delfín Francisco y su hermano Enrique, los cuales fueron entregados como rehenes en Castilla tras la victoria imperial en Pavía (1525) sobre el ejército francés como aval para la liberación de Francisco I y el cumplimiento de los tratados de Madrid, algo que se alargó hasta la Paz de las Damas (1529) y un pago en oro para su liberación. Por ello, en 1531 Isabel considera que ganarían tiempo y sería más eficiente pedirle a Álvaro de Lugo, el custodio del dinero, que les deje tomar una parte del dinero en vez de esperar a que la venta de juros o las recaudaciones produzcan riquezas. Al final, ese botín solo será utilizado por Carlos V para asuntos de índole europea.

Ejemplos como estos nos dan una idea del nivel de implicación de Isabel de Portugal tanto en las necesidades de la corona como en dominio de asuntos económicos como el relatado. Aun así, Isabel a pesar de estar disconforme con ciertos aspectos, no duda en seguir las órdenes que le llegan de su marido, como en el caso de la petición expresa en 1532 de Carlos de pedir cien mil ducados en Castilla, algo en lo que ella ve inconveniente por la acuciante falta de fondos en todo el reino, pero que no duda en llevar a cabo.Isabel fallecerá el 1 de mayo de 1539, una fecha que, si bien es historia-ficción, nos permite entender que cortó lo que hubiese sido unos periodos de regencias continuados en la siguiente década que de producirse nos hubiesen permitido recrear de una manera más fidedigna el perfil político y la manera de entender la corona y la justicia de nuestra protagonista. Como conclusiones, sí podemos decir que Isabel siempre hará prevalecer la palabra de Carlos V a la hora de tomar las decisiones, si bien en sus ausencias se implicará sumamente en los asuntos de estado y mostrará conocimiento en cómo controlar a la nobleza castellana y la habilidad para conseguir recaudar fondos para la corona.